«Un buen librero es aquel que sabe captar los intereses del público que visita su establecimiento, sugerir, incitar.
Un buen librero es aquel que tiene un criterio y que sabe impregnar de él su establecimiento. Nada más aburrido y triste que un librero que se dedique a sentar cátedra y “chulear” de sabio. Para mi desgracia cada vez tengo menos tiempo para leer, enorme paradoja. El oficio librero en nuestro país es cada vez más complejo y difícil.
Un buen librero necesita un montón de conocimientos que afectan a multitud de saberes y una sólida base cultural, unos buenos conocimientos empresariales. Añadir don de gentes, simpatía, eficacia, responsabilidad...
Un buen librero es aquel que sabe que tan importante es tratar con un catedrático como con un niño de doce años; que tan fundamental es saber encontrar un libro, por difícil que sea, que pasar el plumero con ganas por las mesas de novedades. Los libreros españoles, a diferencia de los alemanes o franceses, carecemos de una formación específica de nuestro oficio. Somos autodidactas con graves carencias de conocimientos.
Me irritan los libreros que dan malos consejos, pero también aquellos que tratan mal a su público o que se sitúan por encima del bien y del mal. La verdad, también me irrito conmigo mismo… Me olvidaba: imprescindibles la paciencia, el sentido del humor y el saber reírse de uno mismo.»
Paco Goyanes, Librería Cálamo (Zaragoza).
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