La vida de las paredes

El primer libro escrito e ilustrado por la artista Sara Morante
La vida de las paredes es la historia de un caserón de principios de siglo XX y de sus habitantes, una peculiar comunidad de vecinos que comparten sus vidas en torno a una escalera.
Sara Morante dibuja retratos de tinte surrealista enmarcados en un realismo casi costumbrista a través de un diálogo muy potente entre texto e imagen. Escenas muy visuales, un tanto oníricas, que se engarzan para crear una historia común: fotografías o cuadros que hablan durante la noche y se deslizan de un marco a otro, gárgolas perversas que cobran vida, una joven famélica desplumando a un jilguero para comerse hasta los huesos, una mujer que envuelve a su feto entre el hule sucio y paños de cocina...
Las paredes tienen vida y Sara Morante sabe poner palabras y color a un mundo insólitoen este libro que incluye más de treinta ilustraciones. La vida de las paredes muestra el talento de la gran ilustradora en su máxima expresión.
Entrar en el enorme portal número 16 de la calle Argumosa significa sumergirse en un mundo de silencios y secretos, percibir la tenue luz que entra por la vidriera emplomada y el fuerte olor a madera envejecida y a alcanfor. Franquear el enorme portal mirando de reojo a la minúscula portería, subir despacio las escaleras para observar sin disimulo en cada piso la difícil vida de sus habitantes por un agujerito, como ese por el que Fernando Ruballo espía a María la bordadora.
En el número 16 de la calle Argumosa conviven el sufrimiento, la belleza, la locura y el amor: una pared llena de fotografías que esconden secretos que el niño de los López, segundo derecha, descubre a la pobre María; una hermosa mujer danzante rodeada de cuatro aves exóticas que deslumbra desde su vidriera en los días soleados; la Musa, la bella joven del ático, que en vano espera la vuelta de su artista; el comerciante del tercero derecha que añora a su madre y que sueña con montar su propia paragüería, pero aún más con encontrar el amor…
La sencilla, pero exacta narración y sus maravillosas ilustraciones (busco otro adjetivo menos usado, pero este se me antoja el más exacto) envuelven al lector de un modo irremediable hasta el punto de resultar imposible no percibir el tacto del papel pintado de sus paredes, no apreciar cómo la sonata Arpeggione de Schubert va invadiendo las estancias del piso de la propietaria del edificio, Berta Noriega, o no sentir el alocado terror que al pobre Emilio le provocan las cuatro gárgolas.
El enorme talento de Sara Morante consigue avivarnos los cinco sentidos con esta comunión perfecta entre palabra e imagen. Un libro que ha conseguido sobrecogernos, pero sobre todo enamorarnos. Una experiencia fascinante.
Librería Taiga, Toledo.
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