Glanbeigh es mucho más que una serie de relatos. Es un pueblo imaginario, en efecto, pero un pueblo fácilmente reconocible. Tal vez hayamos pasado alguna vez por él, siquiera a repostar en la gasolinera. Un lugar de noches estáticas y asfalto deshabitado, un rincón olvidado donde nunca pasa nada y donde todo está siempre a punto de estallar, telúrico, palpitante bajo la tierra. Glanbeigh tiene una avenida principal por la que pasear (excusa para entrar en sus garitos), multicines, viviendas de protección oficial y algún parking desierto donde los más jóvenes se emborrachan y magrean, inmersos en el sempiterno ritual que jamás los lleva a ninguna parte.
A lo largo de los siete cuentos que integran este volumen, Colin Barrett recorre el a veces absurdo día a día de Glanbeigh, con sus rutinas y conflictos. En Glanbeigh hay jóvenes desengañados, bichos raros a los que observar de lejos, aferrados a cualquier excusa que justifique su existencia; hay madres adolescentes, viudas alcoholizadas, matones de medio pelo, mafiosos y chulos de discoteca; hay tíos duros con el corazón roto, maridos ausentes, chicos que escaparán del tedio, camino a la universidad y otros que jamás podrán huir de sí mismos; hay niños que ya nacieron destrozados y viejos acodados en la barra del pub, dejando pasar el tiempo, lo único que parece suceder de forma inexorable. Y hay culpa, violencia, heridas abiertas y sobre todo, lealtad, belleza y ternura. Sí, por encima y a pesar de todo, hay belleza y ternura.
Y todo ello nos lo cuenta Barrett desde dentro, a través de la mirada de sus personajes. Utilizando dicha perspectiva, el autor logra una prosa dinámica, con una textura y un movimiento enérgicos. Un buen puñado de vida palpitando en cada párrafo y una atrayente mezcla de frescura y profundidad que de inmediato penetra en el lector, enganchándolo, vapuleándolo...
Como afirma certeramente Kiko Amat en el prólogo, estamos ante «un libro maravilloso, duro, bello y terrible». Todo un hallazgo que fue galardonado con el Premio Frank O’Connor de Relato Breve y el Guardian First Book Award y que, gracias a Sajalín Editores y la excelente traducción de Celia Filipetto, ahora podemos disfrutar.
Librería Canaima, Las Palmas de Gran Canaria.

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