Escrito por: La Montaña Mágica, Librería
Tras leer-learn “El arte de
encender las palabras” de la poeta Berta
García Faet (no creo que sea necesario hacer presentaciones) debo referirme
a dos grandes postulados que quedan en el anclaje de mi conciencia como lector:
la pitagórica “el orden de los factores
no altera el producto” y, por otro lado, la confirmación palmaria de la Teoría de Claude E. Shannon.
La primera es aplicable en
tanto que no es necesario leer antes la poesía de Berta que este prolífico-en-sí-mismo
ensayo ni viceversa, para sumergir y nadarte
en su mundo lírico. La segunda, quizás más compleja para analizar en una
reseña, nos lleva a abrazar el razonamiento de que la codificación de toda
información es uno y trino, sin tener que creer para nada en semejante
locuacidad venturada. A saber, y por ser breve, decir que se codifica el
mensaje tanto por el emisor como por el receptor, y el mismo mensaje ya germina
codificado, siendo las letras, las mismas que acaparan la atención de la poeta,
las que generan según los axiomas de Kolmogorov una cantidad de información
despedida por la entropía de la fuente.
Dicho esto (¿queda fluido?),
todas aquellas que tengan la buena voluntad de adentrase en este bello libro se
encontrarán a una voz cercana que nos
relata sus pensamientos más genuinos en torno a la labor poética, si es que la
hubiere o debiera nombrarse de tal manera, lo poético y lo que termina fuera de
la poesía sin dejar de ser. Manuscrito seccionado en tres elementales
capítulos que nos aovillan desde los tropos y sus conceptos, pasando por una
solicita y elegante disección de qué y cómo los transtropos, hasta una visión
serenísima de buenos modales para leer poesía, la Premio Nacional de Poesía
Joven “Miguel Hernández” 2018, nos hace de guía y cómplice en su destreza
versificadora de propias inquietudes, dudas, sensaciones primarias (que nadie
debería dejar olvidadas jamás); nos revela y retira el manto de la poesía y la
realidad, lo que para el caso es la misma materia sensorial, en el continuum de
la comunicación.
El análisis, por simplificar
estas líneas, no dejan ningún aspecto de interés en la alcoba, ya sea el
carácter antropocentrista de la lengua, el etimológico, la reinvención o el
redescubrimiento de la palabra, taxonomía poética o la “locurillaearse”
migratoria de Heléne Cixous, con la que hacer de espejo y mapa para migrar
concepciones de antaño a nuevas, como pueden ser aquellas referidas a la
circunferencia femenina de la poesía (o mejor dicho, la no heteropatriarcal).
Libro publicado también de una manera elegante por Barlin Libros, edición en la que se deja ver la mano de Berta legándonos constantemente una cantidad de preciosas anotaciones, al estilo de las antiguas glosas medievales, en las que somos invitadas a deleitarnos de toda una serie de referencias culturales, conversaciones íntimas, susurros a nuestras propias lecturas y azotes a nuestros océanos, este “El arte del encender las palabras” se hace merecedor de estar en toda librería que se precie y biblioteca personal del amante de la luz literaria que te levanta de la silla y te deja ese gran sabor de boca (digo a riesgo de parecer sensible) que todas conocemos: la alegría por haber leído un texto maravilloso en todos los sentidos.
Opiniones
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El arte de encender las palabras, de Berta García Faet
Después de Corazonada, publicado en septiembre por La Bella Varsovia, a quienes celebramos la presentación del segundo premio Ana Santos Payán, qué podíamos esperar de la pluma de una de las más brillantes poetas del panorama nacional actual. En su primer ensayo publicado, García Faet defiende la idea de que la poesía puede mover nuestros conocimientos partiendo de que conocer en sí, y cito, es un lío. “La poesía es bien rara y sorprendente; en ella hay tropos y todos encienden a nuestra percepción y a nuestro decir”. Defensora del carácter analítico del pensamiento poético, identifica lo precioso de los poemas y lo intrépido del texto lírico. Un recorrido asombroso que busca explicar la poesía como un catalizador de belleza a través de la palabra, sirviéndose de citas propias y ajenas, desde Yeats, Borges o Sor Juana Inés de la Cruz a Juan Gelman, Maria Arnal o Rigoberta Bandini. Una auténtica locura.
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