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«A menudo, lo que más recuerdas de tu pasado son gestos y detalles mínimos: la camiseta de Snoopy disfrazado de cantaor flamenco de aquella persona que te atendió en la copistería, una pintada en el autobús que te llevaba al colegio que decía "yo no pedí nacer", o cómo llovía una vez que bajaste a por el pan hace quince años. Este cómic está compuesto de esos detalles. Keiler Roberts nos cuenta lo que le pasa y nos hace sentir todo lo que se puede sentir con su mundo de ardillas, ventiladores sucios, pájaros, calma y silencio, narvales, amigos imaginarios que nos dicen que la vida tiene sentido, risa de largo recorrido, perros, depresión y Muñecas Repollo. Keiler es esa persona con la que cruzas la mirada y te da la risa porque sabes lo que está pensando, o te das cuenta de que está triste porque se parece tanto a ti. La vida entera se explica en la escena en la que le compra un helado a su hija de camino al dentista. Todas las personas habitamos en los gestos mínimos. Estas páginas contienen la cantidad de oscuridad necesaria para que entendamos la importancia de la luz.» JORGE DE CASCANTE
Keiler Roberts es creadora de cómics autobiográficos. Ha si do galardonada con el Premio Cartoonist Studio y con el Premio Ignatz. Fue profesora de cómic en la School of the Art Institute de Chicago. En sus inicios, autopublicó Powdered Milk, Happy Happy Baby Baby y Miseryland. En Koyama Press publicó Chlorine Gardens, Rat Time y Sunburning, traducido al castellano como Isolada por Alpha Cómic, donde también ha publicado Mi tabla de súplicas, su primer cómic en la editorial canadiense Drawn & Quarterly. Su trabajo puede seguirse en http://www.keilerroberts.com/.
Ya nos habían traído al español Isolada, su anterior trabajo. Por lo que lanzarse sobre esta nueva entrega está justificado.
Un dibujo sencillo pero expresivo y unas breves historias que son al cómic lo que a la vida las conversaciones que uno va teniendo con el quiosquero, la panadera, el electricista, la cartera… si no va todo el día con el móvil en la mano, claro.
El humor de Roberts es genuino, entre Eugenio y Larry David: inteligente, tierno, extraño. Las escenas de su vida cotidiana, sus interacciones con su marido, su hija, su madre o su perro están trufadas de las imágenes donde la autora aparece tumbada, apenas capaz de sostener el pulso de su vida y no llorar permanentemente, alguien que podría ser la protagonista de Mi año de descanso y relajación. (PINCHA EN EL ENLACE PARA SEGUIR LEYENDO)
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Un dibujo sencillo pero expresivo
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