El primer libro de relatos de Ismael Ramos, Premio Nacional de Poesía Joven
Los personajes que desfilan por La parte fácil, el primer libro de ficción de Ismael Ramos, son jóvenes a los que les cuesta lidiar con una realidad que no comprenden y que, muchas veces, les desborda. Jóvenes que hacen frente a la precariedad, económica y emocional, mientras tratan de lidiar con sentimientos que como la vergüenza, la culpa o la rabia, les provoca una vida marcada por los secretos familiares y la falta de expectativas.
Poseedor de un estilo personalísimo, pero en el que es posible vislumbrar la fascinación por el relato norteamericano contemporáneo, la narrativa de Annie Ernaux y la palabra poética, Ismael Ramos nos obliga en estos cuentos a forzar la mirada, provocando un extrañamiento con respecto a la realidad que reaparece, gracias al lenguaje, como algo completamente nuevo.
La parte fácil (las
afueras, 2023) se mueve por una literatura de la no concreción. Los personajes,
en su mayoría jóvenes víctimas de los males contemporáneos, se muestran en una
variedad de historias creadas desde una inteligencia ya hecha costumbre en la
literatura de Ismael Ramos (Mazaricos, A Coruña, 1994). Poeta, que en su
momento ganó el Premio Nacional de Poesía Joven (2021), ahora se adentra en la
narrativa con una destreza y comodidad más propia de la experiencia pero que en
el escritor gallego nos ha acostumbrado desde el primer momento. A caballo
entre el análisis más intimista, casi metafísico y las condiciones materiales,
Ismael Ramos nos va adentrando en la vida de los diferentes personajes de estos
ocho relatos donde la pérdida, las enfermedades, la explotación laboral, el
distanciamiento en una amistad se hacen temas donde adentrarse de nuevo, porque
siempre lo hacemos, pero desde diferentes prismas, en situaciones distintas. El
autor los muestra sin evidenciar demasiado, dando lugar a diálogo con el otro,
con el lector, dejando así un espacio a la imaginación propia que muchas veces,
en la creación, es más interesante que darlo todo por sentado por el que
escribe. Su narrativa funciona como un poema, los diálogos e imágenes surgen
como un río, una dinámica en la que todo fluye de forma cómoda, sin darte
cuenta. Los relatos se beben como agua fresca en un ritmo que no llega a lo
frenético porque dejan un poso de contención que acomodan la reflexión que
buscamos en un libro de cuentos de este tamaño, que no por tener un grosor
discreto deja de ser de gran hondura si lo vemos desde esa perspectiva.
Custodio ya de una tradición gallega del cuento cada uno de los que componen el
libro terminan con un final excelente, en una especie de círculo perfecto donde
la observación sensible, perfectamente contenida, del otro. La parte fácil se
vuelve en una especie de cartografía de lo humano tan necesario en estos
tiempos y los lectores, lo celebramos.
Vicente Velasco Montoya, La Montaña Mágica Librería
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