Clavícula
Autor/a: Sanz, Marta
Sanz, Marta
- Editorial:
- Editorial Anagrama
- ISBN:
- 978-84-339-9829-3
- Sinopsis
Marta Sanz es una autora diferente en cada libro que publica. Poco tienen que ver Un buen detective no se casa jamás con, por ejemplo, Farándula, más allá de la indiscutible calidad literaria.
En Clavícula, la última «novela» de Marta Sanz, ésta nos ofrece otra vuelta de tuerca en su narrativa y, a nuestro juicio, da también un importante salto cualitativo. Porque Clavícula es, según nuestro criterio (y nuestro disfrute de lectores), el mejor libro de la autora hasta la fecha.
Sanz, que se mueve con soltura por todos los géneros (ha publicado novelas, sí, pero también ensayos o poesía), los junta todos en este libro para hacer un híbrido entre novela, ensayo y memorias. Esto, que a priori suena tan extraño, es un libro redondo en el que la autora se abre en canal para mostrar a los lectores (y tal vez también a sí misma) la vida de una mujer de clase media rondando la cincuentena y con el telón de fondo de la crisis. Y cuando decimos la vida de una mujer, nos referimos a la propia Marta, porque la protagonista es ella, la narradora es ella. Sin disfraces y sin adornos. A pelo.
Clavícula es un libro sobre el dolor. Sobre el dolor físico, somático, y el dolor más íntimo y psicosomático, y sobre cómo uno influye en el otro, inevitablemente. Sanz dice: «Escribo de lo que me duele». Y el capitalismo descarnado en el que vivivimos, que expulsa a señores de cincuenta y seis años, como Chema, su marido (el otro gran protagonista del libro y siempre presente), del mercado laboral seguramente para siempre, le duele a la autora tanto como su clavícula.
Y también está muy presente, como apuntábamos arriba, la crisis de una mujer que se acerca a los cincuenta años. Una crisis que viene acompañada por la menopausia y una cantidad de cambios en el cuerpo, y de dolores, que siguen siendo bastante tabúes tanto en la sociedad como, por supuesto, en la literatura. Y que siguen haciendo que las mujeres sientan que están locas en más de una ocasión.
Todo, eso sí, con un lenguaje poético y un humor ácido que embellecen y desengrasan el texto. Sanz ha escrito un libro brutalmente honesto y lúcido, crítico y autocrítico que se sufre y se disfruta en cada página.
Librería Libros Intempestivos, Segovia.
Marta Sanz retoma el tono autobiográfico de La lección de anatomía para concentrarse en un solo punto de su cuerpo. Un libro físico y lacerante, lleno de música verbal y sentido del humor autocrítico, sobre el lado patético o reivindicativo del quejarse, que alía sociedad y literatura.
Durante un vuelo, a Marta Sanz le duele algo que antes nunca le había dolido. Un mal oscuro o un flato. A partir de ese instante crece el cómico malestar que desencadena Clavícula: «Voy a contar lo que me ha pasado y lo que no me ha pasado. La posibilidad de que no me haya pasado nada es la que más me estremece.»
Aquí, la narración del episodio autobiográfico se fractura como el mismo cuerpo que se deforma, recompone o resucita al ritmo que marcan las violencias de la realidad. La descomposición del cuerpo parece indisoluble de la descomposición de un tipo de novela orgánica donde se mienten las verdades y se usan trampillas y otros trucos de prestidigitación.
En Clavícula –o Mi clavícula y otros inmensos desajustes– no: aquí la palabra busca dar cuenta de los hechos, más o menos difuminados, para llegar a entender.
La dificultad de nombrar el dolor suscita grotescas reflexiones: ¿primero me duele y luego enloquezco?, ¿me duele porque he enloquecido?, ¿el dolor nace del dentro o del fuera?, ¿primero me explotan, luego enloquezco y después me duele?, ¿o me duele y me hago consciente de que me explotan?
Al hilo de ellas se aborda una retahíla de temáticas: el filo que separa el cuerpo de sus relatos científicos y su imaginación; la intolerancia ante el desequilibro psicológico y el desequilibrio como síntoma cada vez menos excepcional; la ansiedad como patología del capitalismo avanzado y, frente a los grandes titulares, la situación concreta de un centro público de salud; lo psicosomático; la hipocondría y las enfermas quizá no tan imaginarias; las enfermedades y el dolor específicamente femeninos; la sobreexplotación y el miedo a la pobreza que castiga, sobre todo, a las mujeres; el dinero y las cuentas familiares, la cifra exacta que agudiza una molestia ósea persistente.
Marta Sanz retoma el tono autobiográfico de La lección de anatomía, pero en lugar de hacer memoria y reconstruir históricamente el propio cuerpo, esta vez se concentra en un solo punto. Un libro sobre el lado patético o reivindicativo del quejarse que, con sentido del humor, negro y autocrítico, conjuga la mirada social con una mirada sobre la literatura misma. Porque la carne a veces se hace palabra y la palabra a veces se hace carne. La segunda posibilidad da mucho miedo.
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