Esta selección de cartas dirigidas a la escritora Louise Colet pretende ofrecer una muestra significativa de la teoría literaria innovadora que Flaubert expuso en la correspondenci...
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Esta selección de cartas dirigidas a la escritora Louise Colet pretende ofrecer una muestra significativa de la teoría literaria innovadora que Flaubert expuso en la correspondencia que dirigió a su amante. La pasión amorosa va destilando la que quizá fue la mayor y auténtica pasión del autor de Madame Bovary: la pasión de la escritura.
Flaubert nunca pensó que otras personas leerían estas misivas años después, y esa libertad y espontaneidad con que están escritas permiten que sean de lectura ágil y atractiva. La revolucionaria teoría literaria que expone en ellas, así como el proceso de creación de sus novelas adquieren una cercanía y expresividad sorprendentes. Muchos críticos consideran que la extensa correspondencia de Flaubert (casi cuatro mil cartas) constituye su mejor obra literaria.
Gustave Flaubert nació en Ruán en 1821. En 1844 abandonó sus estudios de Derecho por razones de salud, lo que le permitió dedicarse exclusivamente a la literatura. Así, en 1846, se retiró en Croisset, un pequeño y tranquilo pueblo normando, donde escribió la mayoría de sus obras. Su primera novela publicada, Madame Bovary, apareció por entregas en la Revue de Paris en 1856, y fue objeto de un juicio por escándalo público, lo que le garantizó el éxito inmediato. Luego vinieron otras obras maestras como Salambó (1862), La educación sentimental (1869), La tentación de san Antonio (1874) y Tres cuentos (1877). En 1880, mientras trabajaba en la inconclusa Bouvard y Pécuchet, publicada póstumamente en 1881, murió en Croisset a la edad de cincuenta y nueve años. Además de narrador, Flaubert también fue autor de numerosas obras teatrales, así como de una voluminosa correspondencia.
En esta selección de cartas se trata la idea del estilo y la teoría literaria que Flaubert solía compartir con sus amigos en cartas y sobre la que reflexiona, en este caso, con la escritora Louise Colet, con la que mantuvo una relación amorosa. Sin embargo, lo más interesante es cómo el escritor hila (quizá sin pretenderlo) la idea de la escritura a sus concepciones sobre la pasión, el amor y el deseo. Estas cartas son un pequeño hueco por el que el lector se adentrará en una intimidad llena de vida. Se aprecia como la literatura es una continuación del cuerpo. Un cuerpo que se resiente del exceso de sentimientos y de la búsqueda de las palabras exactas. De esta forma, sentimiento, cuerpo y escritura forman un todo. La literatura es algo vivo, tiene pulso, ritmo y latidos.
Por desgracia, y como anota la traductora del libro, Ascensión Cuesta, las cartas de Colet fueron quemadas por herir sensibilidades, por lo que el lector solo puede imaginarse las intervenciones de esta. Aun así, el lenguaje espontáneo que Flaubert utiliza en su correspondencia es tan fluido que leer sus cartas una tras otra es una experiencia.
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El hombre-pluma
En esta selección de cartas se trata la idea del estilo y la teoría literaria que Flaubert solía compartir con sus amigos en cartas y sobre la que reflexiona, en este caso, con la escritora Louise Colet, con la que mantuvo una relación amorosa. Sin embargo, lo más interesante es cómo el escritor hila (quizá sin pretenderlo) la idea de la escritura a sus concepciones sobre la pasión, el amor y el deseo. Estas cartas son un pequeño hueco por el que el lector se adentrará en una intimidad llena de vida. Se aprecia como la literatura es una continuación del cuerpo. Un cuerpo que se resiente del exceso de sentimientos y de la búsqueda de las palabras exactas. De esta forma, sentimiento, cuerpo y escritura forman un todo. La literatura es algo vivo, tiene pulso, ritmo y latidos.
Por desgracia, y como anota la traductora del libro, Ascensión Cuesta, las cartas de Colet fueron quemadas por herir sensibilidades, por lo que el lector solo puede imaginarse las intervenciones de esta. Aun así, el lenguaje espontáneo que Flaubert utiliza en su correspondencia es tan fluido que leer sus cartas una tras otra es una experiencia.
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