Escrito por: Librería Zubieta-Troa
«Qué maravilla el magnífico rescate del escritor norteamericano Sherwood Anderson, con La chica de Nueva Inglaterra, en editorial Nórdica, siempre exquisita.
Lo sé, Anderson no es muy conocido en estos lares por el gran público, salvo por su obra más conocida Winesburg, Ohio, editada por Acantilado, y que ya ganó el Premi Llibreter hará unos añitos, sin embargo tiene en su currículum nada menos que ser uno de los padres de la nueva narrativa norteamericana, y que gente como John Steinbeck, Hemingway, Thomas Wolfe o William Faulkner reconocen su influencia en sus escritos.
La narrativa americana de principios del XX buscaba la forma de salir de su atonía y engolamiento, y nuevas voces, muchas influenciadas desde o en Paris por los experimentos y propuestas de Gertrude Stein, van a romper las fórmulas clásicas, intentando depurar la prosa, y buscar nuevas formas de expresión formal y temática.
Anderson llegará a ello de un modo que algunos llaman más “castizo” y propio, destacando por la sencillez y supuesta simplicidad de su lenguaje –muy coloquial- y por sus historias, con técnicas nuevas que van a servir para dar voz a toda una pléyade de personajes de esa América cambiante, en pleno proceso de industrialización.
Pues si algo knockea de sus historias son sus personajes, vivos, tan vivos, tan cercanos, con los que se empatiza a una velocidad de vértigo, y es que si hay una palabra para describir a Anderson es “humanidad”, sus historias son enternecedoras siempre, y siempre nos situamos en el lado de los desfavorecidos, los antihéroes, de los perdidos en esos pueblos abandonados de todo, los no adaptados a los cambios, a las ciudades, los que buscan o los que se dejan llevar, pero siempre con esa ingenuidad y esperanza suyas, siempre hay un final abierto, un destello de que todo puede mejorar, que no debemos rendirnos a la derrota, la soledad o la incomunicación, al conformismo.
En este libro tenemos 13 relatos, la mayoría inéditos, que formaron parte de su libro El triunfo del huevo, publicado en 1921, y que verdaderamente sorprenden por lo bien que envejecen, pues conservan su total frescura, su carácter de clásico. Un imprescindible, créanme.»
Adolfo L. Chocarro, Librería Zubieta-Troa. (Donostia-San Sebastián)
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