Después de tres años de la
publicación de Peachtree City (Visor), y con el interludio de “Cerezas sobre la
muerte”, la misma Bella Varsovia publica el esperado nuevo libro de poemas de
Mario Obrero, “Tiempos mágicos. Es difícil imaginar que los que se acerquen a
esta publicación no sean conocedores de la poesía del joven escritor madrileño.
De su poesía y, claro está, el brillante halo que rodea su figura como
abanderado de una generación que aún está por nombrarse.
Pero dejando a un lado el
cariz tanto mediático como personal de Mario, vamos a adentrarnos en esta
recién bautizada publicación. Si ya en el mencionado Peachtree City (Premio
Loewe a la creación joven del 2021) Obrero dejó meridianamente claro que sus
fronteras eran diferenciales por necesidad, ya fuesen de fondo o de forma, en
“Tiempo mágicos”, tras una primera lectura que nos invita a otras continuadas,
hallamos un constructo literario sólido y permeable, ya que desde el primer al
último poema descubrimos que es un poeta que se hace fuerte en la búsqueda
osada e innata de un rico lenguaje, de la hibridación y auscultación de la
imagen y las formas. En otras palabras, Mario Obrero llega antes que nadie a la
solución final de toda creación literaria, si no universal de todas las artes: la
exploración a través de la palabra es su corpus definitivo. Algunos podrían
decirme que exagero, pero me niego a intercalar verso a verso en esta reseña
una evidencia que sólo obtendrán los ávidos lectores.
Sólido y permeable como los
estratos de un yacimiento (o una fosa), pero ¿es Mario el arqueólogo o es parte
de la historia subterránea? Aquí está la pregunta que puede subyacer a muchos
que lo leemos. Si somos lo necesariamente valientes y miramos a las edades
geológicas de la poesía peninsular, podemos llegar a la conclusión (una de
muchas) de que la poesía de Mario Obrero es aquella que se perdió en los azares
de los tiempos y sus hechos consumados, la que no fue y que debió, pero que al
mismo tiempo es gracias al diálogo mismo del poeta con su propia poesía. Es
verdad que para los más desafectos a estas ideas cuánticas de la creación
literaria lo citado anteriormente le parezca paja, pero la conversación
(magistral) permanente y no clarificada del poeta con el pasado temporal del
presente donde existe y desde el que nos escribe, la capacidad mnémica de su
propia voz sin dejar de ser sustancialmente él, son un cimiento que rara vez
encontramos en los poetas actuales, y menos siendo tan joven.
Sí que es verdad que no soy (y
nunca lo seré) la persona adecuada para analizar este juncal perdido que
tenemos en nuestra poesía, ya que soy un “disfrutón” de la valentía bien
entendida en la literatura y Mario no deja de sorprenderme.
Pero si sois de las que
pensáis que “LOS VERSOS SÍ IMPORTAN” sé que estaréis conmigo.
Salud.
Vicente Velasco Montoya, La Montaña Mágica Librería, Cartagena
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Homero
Excelente
BRILLANTE EXPLOSIÓN POÉTICA...
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