La canonización de John Henry Newman (1801-1890) el 13 de octubre de 2019 ha sido un acontecimiento importante para toda la Iglesia. La declaración solemne sobre su santidad lleva consigo el reconocimiento de sus virtudes heroicas, así como la propuesta de su ejemplo de vida y su capacidad intercesora ante Dios. Pero, de alguna manera, constituye además una confirmación de la validez de sus enseñanzas, ya que, como señaló Joseph Ratzinger en 1990, el rasgo que caracteriza a un gran doctor de la Iglesia es que, en él, "pensamiento y vida se compenetran y se determinan recíprocamente".
Con un itinerario biográfico apasionante y una conversión al catolicismo que conmocionó a la Inglaterra victoriana, Newman ha dejado un imponente legado intelectual cuya actualidad sigue vigente en nuestra época.
Precursor, inspirador y "cardenal ausente" del Concilio Vaticano II, ofreció avant la lettre agudos análisis en temas importantes tratados en la reunión conciliar, como la revelación cristiana, las relaciones entre la fe y la razón, la tradición de la Iglesia, el ecumenismo, la conciencia humana, la
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