Esta obra es un libro imprescindible por arrojar luz sobre uno de los capítulos menos estudiados y conocidos de la represión franquista.
Los campos de concentración fueron la primera pata de un sistema represivo, un holocausto ideológico, que convirtió a toda España en una inmensa cárcel repleta de fosas. En ellos, presos políticos y prisioneros de guerra fueron asesinados, murieron de hambre y enfermedades, padecieron todo tipo de torturas y humillaciones.
Los datos son necesarios y las pruebas documentales resultan fundamentales, pero nada tiene verdadero sentido si no somos capaces de entender que detrás de cada cifra, de cada listado, de cada campo de concentración franquista hubo miles y miles de hombres, de mujeres, de familias...
Citas:
«Escalofriante relato. Una obra de obligada lectura que desnuda las mentiras del franquismo, documentada de forma esplendida y minuciosa.»
Baltasar Garzón
«Una investigación tan heroica como necesaria. El nuevo libro de Carlos Hernández de Miguel me ha conmovido hasta las raíces.»
Ian Gibson
«Los campos fueron parte de una compleja estrategia del terror dentro de un proyecto ideológico muy amplio para aniquilar la cultura política y moral de la España Republicana. Este tema tan crucial para la recuperación de la memoria histórica en España ha encontrado en Carlos Hernández de Miguel su cronista ideal. Nos ofrece una historia dolorosa pero necesaria, basada en una investigación exhaustiva y presentada enuna prosa lúcida, del sufrimiento impuesto sobre miles de españoles y sus familias por Franco y sus seguidores.»
Paul Preston
Los lectores opinan
Impresionante
Un gran trabajo de investigación
Documenta con gran rigor la existencia de 300 campos de concentración franquistas en España. El libro tiene como dos partes. En una se cuenta cómo era la dura vida en esos campos a través del relato de los prisioneros. La segunda detalla los hechos históricos, el proceso que desarrolla el ejército franquista para poner en funcionamiento los campos y someter a los prisioneros. Me ha parecido impresionante porque no sabía de la existencia de estos campos y que había habido en tantas ciudades y pueblos que conozco