No es imposible considerar Los años de Orígenes como la última obra maestra del origenismo. La reducción y el reverso al que es sometido el discurso origenista equivale a ponerlo a mirar de frente hacia el abismo que se abre ante sus límites. Re-encarnar esa «habla fantasmal» en los cuerpos físico y social, re-conectarla con las estructuras psíquicas, textuales y lingüísticas, supone suplir las «deficiencias» del origenismo mediante la apropiación de los discursos del psicoanálisis, la sociología, el budismo y la reflexión sobre el lenguaje y la significación. Relatar, pensar, testificar los años de Orígenes se vuelve en este libro un escribir desde la suspicacia, desde la problematización de la identidad personal y de la experiencia, desde un cuestionamiento de la condición de posibilidad de la narración y el testimonio, desde el recelo ante la opacidad del lenguaje y la conciencia. Es así como el alcance de esta crítica no se ag
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