Escrito por: Letras Corsarias, Librería
En algunas redacciones modernas de periódicos antiguos conocimos
a esa figura del periodista paseante, alguien que nunca se sabía muy bien dónde
andaba, volvía con detalles que de alguna manera resultaban valiosos y cuya
escritura revelaba una mirada transversal, artículos que le hacían un regatito
fino al sota, caballo y rey de la pirámide invertida, que es la estructura con
la que se cuenta, o se contaba, lo noticioso.
Resulta que muchos de esos periodistas no están muertos, no, no,
ni siquiera están de parranda, no, no, aunque imaginamos que, sí, sí, que de
vez en cuando estarán tomando cañas, pero sobre todo están trabajando en otras
cosas, talentos que resultan mucho más lucrativos para las empresas que les
emplean que para nosotros, oh, mortales, que esperábamos sus crónicas como oro
impreso en papel barato.
Se nos ocurren estas cosas porque estamos leyendo a ratos el
libro ‘Lloro porque no tengo sentimientos’, de Bárbara Mingo. A ratos porque es
una colección de artículos de esos de arriba, publicados en los últimos años, y
se presta a ese tipo de lectura, y también porque no queremos que se nos
termine.
Acaba de ver Bárbara en la puerta de una iglesia neoclásica un
folio impreso con la puntuación que le da una web de esas turísticas,
estrellitas de recomendación: 4,5 sobre 5. Escribe: “No entiendo nada, pero me
parece que es la manifestación de algo muy propio de nuestro mundo, en que una
fuerza ciega nos dirige como si los seres humanos acabásemos de aparecer, como
si la sociedad actual no fuese una consecuencia de las sociedades anteriores,
como si todo estuviese recién descubierto, como si no estuviésemos íntimamente
relacionados con todo lo que nos rodea y con su historia sencillamente por
haber nacido, como si se nos estuviese escamoteando un conocimiento que es
nuestro y que nos dejamos escamotear, como si a cambio de poder opinar de todas
las cosas no se nos permitiese conocerlas ni tocarlas".
El no entender de Mingo siempre es una puerta a la iluminación,
no un discurso tronante de quien no ve lo que no quiere ver. ‘Mirar es guardar
dos veces’ se titula uno de sus artículos. Este libro es un triple: la
conservación en papel de una mirada atenta, de quien va, mira y escucha. Lo
suyo siempre es una literatura del viaje, el movimiento, la curiosidad, la
perplejidad y la vida. Dadle a comprar antes de que se agote.
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