Este libro acaso resulte heterodoxo, y aun escandaloso, precisamente por volver, en su planteamiento, a las raíces de la literatura, que no es sino plenitud expresiva y lúcida de lo que hace al hombre ser hombre: el lenguaje. Por eso, empieza exponiendo la toma de conciencia -históricamente reciente- del ser del lenguaje, para pasar luego a cómo lenguaje, incluso en todo hombre, asume valor poético de "cántico" y de "elegía" -lucha contra el arrastre del tiempo-. Desde ahí, se formalizan las tres grandes ramas poéticas que, al ponerse por escrito, constituirán la "literatura": la representación, la narración y la lírica. Luego se señala cómo la literatura -para el escritor, pero también para el buen lector- surge de una tradición, de las posibilidades concretas ofrecidas por un legado histórico, y se pasa rápida revista a nuestra propia tradición, para terminar señalando el actual estado de amenaza para la literatura, que, por las tendencias de la sociedad y la civilización, va quedando reducida a deber cultural, a sistema abstracto de coneptos y signos, -en lugar de "viva voz"-, al mismo tiempo que los escritores se sienten invadidos por la paralizante autoconsciencia del propio mecanismo del lenguaje.
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