"La fontana de las xanas" (1954), en la que se hilvanan canciones populares y romances, con referencias mitológicas, sigue la premática teatral por la que aboga Joaquín Alonso Bonet. Construida a partir de varias escenas corales, de las que va entresacando a sus protagonistas, comienza cuando unas lavanderas chismosas, reprochan a Covadonga su juego amoroso con Arcadio y Josepín, que es auxiliado por la meiga Quica, que ya ha seducido con sus artes al gauchesco Lin, y hasta por las mismísimas xanas, mientras espera al indiano Panchito, que aparece, después de calcar una escena de su "La alborada de San Juan" (1950), en la que las mozas vienen a recoger de madrugada aquel agua con virtudes amorosas, durante una romería campestre, en la que se baila el "Enguedeyéme". Panchito aparece en su gran carro de 8 cilindros, 8 plazas, 8 ruedas y 100 CV, con intención de llevarse a Covadonga, y, con ella, la ilusión de Josepín, que le entrega la flor del agua, el mejor de los elixires de amor. Transcurridos unos días, desengañada por la suerte de su hermano, también indiano, y cedida de buen grado por el presuntuoso Pan
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