Tres países de pequeñas dimensiones, pero con grandes posibilidades para el viajero, Estonia, Letonia y Lituania gozan de una belleza incomparable. Visitarlos se convierte en todo un viaje por la arquitectura a través del tiempo, desde la sensibilidad nórdica de Tallín a las pétreas creaciones barrocas en Vilna y, por descontado, sus innumerables castillos, que compiten con los ecos de la Unión Soviética. La buena comida y la cerveza artesanal convierten sus ciudades de cuentos de hadas en toda una experiencia para los cinco sentidos.
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