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Este libro ofrece una recopilación de las consideraciones de Hermann Hesse sobre la vejez, esa etapa de la vida en la que las cosas y el entorno adquieren un agradable surrealismo, y en las que los recuerdos superan en veracidad a los acontecimientos reales. Para Hesse, que escribe con la perspectiva que dan los años, la vejez es ese tiempo de transición en el que, en busca de una especie de equilibrio ante los achaques del cuerpo, reactivamos «aquel tesoro en imágenes que llevamos en la memoria tras una vida larga, imágenes a las que, al reducir nuestra actividad, damos una dimensión muy diferente a la concedida hasta entonces. Personajes humanos, que ya no están sobre la Tierra, siguen viviendo en nosotros, nos pertenecen, nos proporcionan compañía y nos miran con ojos cargados de vida».
Hermann Hesse (1877-1962), novelista y poeta alemán, nacionalizado suizo. Premio Nobel de Literatura en 1946, es una figura de culto en el mundo occidental por su celebración del misticismo oriental y la búsqueda del propio yo, muy influenciado por el psicoanálisis junguiano. Abandonó pronto la escuela y fue autodidacta a base de numerosas lecturas. La desesperanza y la desilusión que le produjeron la Primera Guerra Mundial y una serie de tragedias domésticas, y sus intentos por encontrar soluciones, se convirtieron en el asunto de su posterior obra novelística. Sus escritos se fueron enfocando hacia la búsqueda espiritual de nuevos objetivos y valores que sustituyeran a los tradicionales, que ya no eran válidos. Es autor de varias novelas como Peter Camenzind (1904), Bajo las ruedas (1906), Demian (1919), Viaje al Este (1932), Siddhartha (1922), El lobo estepario (1927), quizá su novela más innovadora, Narciso y Goldmundo (1930) y El juego de abalorios (1943), que cada vez se hicieron más simbólicas y cercanas al psicoanálisis.
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