El hombre arrodillado
El hombre arrodillado
Un hombre mendiga postrado en la calle, detrás de un cartel donde pueden leerse las súplicas que él no se atreve a pronunciar: las palabras de la miseria. Pero ¿cómo ha llegado ahí...
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Opiniones
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El hombre arrodillado
Una novela desgarradora, donde el autor te lleva al límite, por momentos no te sientes capaz de soportar tanta pesadumbre como encierra la lectura de este libro. La historia de nuestro protagonista, se cuenta desde dos planos, el presente, donde está, como vive, que siente y por otro, el pasado, como y porque ha llegado a donde está. Como punto de partida para la novela no es muy llamativo, pero con su lectura, te vas dando cuenta de lo que encierran esas líneas, que tienes que ir asimilando su lectura poco a poco, es una historia muy personal, donde nuestro protagonista, está dividido entre dos amores, pero estos al mismo tiempo dan sentido a su vida, en un momento determinado ve en la huida una solución, su mundo le ahoga y se obliga a intentar recorrer otro camino, pero siempre con una parte de su corazón en sus orígenes.
La escritura de la memoria
Es Agustín Gómez Arcos. Para quien no conozca todavía al autor almeriense, cualquiera de sus obras es merecedora de atención y elogio. Pero vamos a El hombre arrodillado, la última traducida por Cabaret Voltaire (editorial involucrada de manera extraordinaria en la recuperación de su legado), donde se vuelve a poner de manifiesto la fuerza y singularidad de una voz única. En ella, Gómez Arcos cuenta la historia de un joven de las cuencas mineras del norte que abandona a su mujer y a su hijo, y huye, con el recuerdo de su familia y el de la muerte de un amante, hacia el Sur en busca de una nueva vida de oportunidades. Pero será esa vida la que se empeñe en arrastrarlo hasta finalizar su viaje en Madrid condenado a vagar por sus calles como indigente.
El autor hace una radiografía de la época de la Posguerra, una época de promesas ilusorias, y critica a la burguesía y al catolicismo, retratando el destino de quienes quedaron en los márgenes de esos sueños de prosperidad, de una nueva democracia que no fue igual para todos los ciudadanos. Tan atrás, si la lectura es fiel a la época en la que transcurre la historia; tan actual, si la extrapolamos al contexto del mundo en el que vivimos.
El hombre arrodillado habla de la muerte, del olvido, de la soledad; azota al individuo enfrentándolo con la mendicidad y la crueldad de la noche. ¿Y qué decir de la propia escritura de Gómez Arcos? Su estilo fue, y sigue siendo, transgresor, rabioso, doloroso, mordaz; y, por descontado, íntimo y profundo. Es la escritura de la memoria, una memoria subversiva que sigue viva en cada palabra.
Tan elogiado, condecorado y admirado en nuestro país vecino, donde escribió exiliado en una lengua extranjera que le sirvió de aullido, es de justicia darle el lugar que se merece en la literatura de nuestro país y, desde ahí, reconocer y reivindicar tan maravillosa creación literaria para hacerla, seguir haciéndola, universal. Es Agustín Gómez Arcos.
J.C. Reina
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