Este texto es parte de la dialéctica entre texto y espectáculo e intenta profundizar en el modo en que, a causa del debilitamiento y reducción de la palabra en la escena contemporánea, otros signos comienzan a aflorar y crece su papel e importancia en la misma. A partir de las ideas desarrolladas por Wagner en el último tercio del siglo XIX, se hace patente la crisis de los lenguajes artísticos tradicionales, y se comienza a construir un tipo de espectáculo en el que la palabra resulta ya totalmente o en buena parte ausente, en beneficio de otros signos escénicos. El teatro comienza a ser entendido como espectáculo autónomo y el actor invierte su función tradicional y surge como volumen y entidad plástica tridimensional.
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