Elaine Vilar Madruga (La Habana, 1989) es considerada una de las voces jóvenes más importantes de la Cuba literaria actual. Narradora, poeta y dramaturga, se licenció en Arte Teatral, especialidad Dramaturgia, por el Instituto Superior de Arte (ISA), y es profesora de escritura creativa. Ha ganado diversos premios nacionales e internacionales y su obra ha sido editada en antologías a lo largo del mundo. Además, ha publicado más de treinta libros en editoriales de Estados Unidos, Canadá, Cuba, República Dominicana, España, Chile, Francia, Italia y México. Elaine, que se mostró entusiasmada de que Cristina Morales —como editora invitada— la eligiese para publicar en Barrett, cultiva los géneros de novela, cuento, poesía, literatura fantástica y de ciencia ficción, periodismo, crítica, teatro, literatura para niños y jóvenes... Una mujer, un árbol y una enredadera de picualas. Las moscas le hablan de noche y le dictan poemas.
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Una lectura caníbal
Ejerce la escritura de Elainer Vilar un poder de atracción que acapara la atención del lector de principio a fin. No es desacertado definir El cielo de la selva como un cuento de terror caribeño, un terror que no bebe del miedo, sino de un realismo mágico que convive incluso con lo fantasmagórico.
Una atmósfera que envuelve a sus protagonistas, habitantes de una hacienda familiar: la matriarca, una abuela que abraza la locura; Santa, una madre que envejece; una perra con mirada de mujer; Ifigenia, una niña con un ojo malo, torcido, y niños y niñas que habitan en el hogar, crías que sirven de sacrificio para saciar el hambre de la selva. Y en los límites de la hacienda, precisamente esa otra protagonista, la selva, el lugar que se extiende hasta donde se acumulan los cadáveres de quienes viven al margen de la sociedad, donde transita la sombra de los narcos y los guerrilleros, donde confluye el mundo de los vivos y el de los muertos.
El cielo de la selva habla de la maternidad, de la locura, del sadismo. Ofrece un viaje onírico, brutal y demencial.
Una lectura caníbal. Porque, sí, la lectura engulle al lector como la selva engulle a las crías. Y esa es la habilidad que dota a su autora de una personalidad feroz para deleitarnos con un frenético imaginario tan desconcertante como cautivador. Es el hechizo de la selva, el de Elaine Vilar Madrugada.
J.C. Reina
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