Todos los libros son un viaje, y al comienzo de cualquier viaje se necesita una cantidad mínima y necesaria de bagaje e información para poder emprenderlo con confianza hacia la dirección correcta. En este caso, esa mínima información consiste en dos elementos en particular. El primero es que he sido periodista de temas científicos durante más de 30 años, y he disfrutado inmensamente al tratar de desenredar teorías científicas que son difíciles y a menudo complicadas e inextricables, y al intentar no solo explicarlas sino además volverlas interesantes, accesibles y entretenidas incluso para un público más amplio. El segundo es que durante los últimos 20 años o más he sido practicante del budismo Nichiren, y he tratado de llevar a la práctica una serie de valores y principios que han enriquecido mi vida y, estoy seguro, las vidas de las personas que me rodean, en todos los aspectos.Todo lo que sigue en este libro fluye desde estas dos piezas de bagaje.
Sin embargo, y para ser sincero, creo que esta información no es suficiente para permitir que fluyamos cómodamente hacia adelante. ¿Por qué lo digo? Porque el hecho es que tan pronto se menciona la palabra budismo eso da pie a más preguntas que respuestas. Quizás en parte por mis antecedentes como periodista arduo y riguroso, a menudo las personas me preguntan: ¿Un practicante del budismo? ¿Qué quiere decir exactamente eso?
Lo que quiere decir exactamente es lo que se explica en este libro.
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