En palabras de Juan Manuel Bonet, el peruano Alberto Hidalgo fue un poeta más que notable, un carácter egotista que tuvo una vida novelesca. Fragmentos de esa vida novelesca integran este Diario de mi sentimiento, libro legendario que apareció en Buenos Aires en 1937 y que hasta hoy no había conocido reedición. Hidalgo hizo vida literaria desde muy joven –a los quince años ya se carteaba con poetas a los que pedía que le mandaran libros que no podía conseguir en su Arequipa natal–, se vinculó a la revista Colónida y se hizo amigo de Abraham Valdelomar. Después de hacerse fama de crítico inapelable con reseñas que destacaban por su deliciosa violencia, se trasladó a Buenos Aires donde permanecería hasta su muerte. En estas memorias, Hidalgo va rescatando del pasado sus encuentros con gente importante –Pierre Reverdy, Papini, Delaunay, Picasso, Lorca, Borges, Modigliani son algunos de los personajes que pululan por estas páginas–, barajando esas estampas con sus opiniones siempre contundentes acerca del sentido y la meta de la poesía o la literatura, la necesidad del arte por el arte, con escenas donde se le da la vuelta al costumbrismo o vistosas anécdotas de la vida literaria americana y europea en las que la prosa alcanza velocidad de sprinter. Diario de mi sentimiento es un libro único, gozoso, malvado a menudo, melancólico en más de una página. Una excelente muestra del talento audaz de Alberto Hidalgo, un auténtico lujo de la literatura en nuestro idioma.
Alberto Hidalgo Lobato (Arequipa, 1897-Buenos Aires, 1967) es uno de los más importantes poetas peruanos del siglo XX. Activista de la vanguardia desde primera hora, fue responsable de la primera antología de poesía vanguardista latinoamericana –publicada como Índice de la nueva poesía latinoamericana en 1926–, y firmada por Borges, Huidobro y el propio Hidalgo. A pesar de que su obra poética –iniciada con una Arenga lírica al emperador de Alemania, en el que se intuyen las campanas del futurismo– enlazó libros importantes –Simplismo, Química del espíritu, Actitud de los años, Espacio-tiempo, Patria completa– su reconocimiento como voz esencial de la poesía americana se resintió debido a su faceta como polemista. Autor de libelos y recopilaciones periodísticas en las que abundaba la virulencia contra nombres importantes, Alberto Hidalgo cosechó una muchedumbre de enemigos encantados de negarle el pan y la sal. A pesar de ello, llegó a optar al Premio Nobel de Literatura en candidatura defendida por Gabriela Mistral. Entre su obra en prosa destaca el libro dedicado a España, España no existe, en el que carga contra los ultraístas, contra el paisaje, contra el castellano, y, por encima de todos, Diario de mi sentimiento, unas particulares memorias hechas de fragmentos que ahora se reeditan por vez primera desde su aparición original en 1937 en edición privada. Dejó sin publicar el segundo tomo, Novela activa, que también aparecerá en Renacimiento.
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