Con su orden, Jaq había condenado a muerte a Meh`Lindi. Si su muerte fuera la diversión que él necesitaba, ella la aceptaría. Jaq no confiaba en la armadura alienígena. Sabía que Meh`Lindi no se había rociado con la piel sintética de los asesinos.
Cuando el capitán apretó el gatillo, Jaq se arrojó delante de ella, bramando «¡No!».
Opiniones
Opiniones
No hay comentarios, sé el primero en comentarValoración media
¿Has leído este libro?
Valóralo y comparte tu opinión con otros usuarios
Escribir mi opinión