Lincoln Perry es acusado de asesinar al marido de su ex-prometida y tendrá que demostrar su inocencia y descubrir al culpable.
El detective privado Lincoln Perry es sospechoso de homicidio. El cadáver en cuestión es Alex Jefferson, marido de su ex prometida y uno de los abogados más prominentes de la ciudad. En realidad, la policía no se equivoca al pensar que hubo un tiempo en que Perry querría haber visto muerto a Jefferson, especialmente después de que se casara con su prometida. Pero, desde aquello, ha pasado mucho tiempo.
La cosa se complica cuando la propia viuda insiste en que sea Perry quien se encargue de localizar al hijo perdido de Jefferson, heredero de la fortuna de su padre. Un encargo de lo más rutinario que resulta no serlo cuando el hijo aparece muerto. Para entonces, Lincoln ya ha comprendido que el caso es mucho más complicado de lo que parece y, con la policía de dos estados pisándole los talones, tendrá que demostrar su inocencia y resolver el caso.
Con su tercera novela, Michael Koryta se confirma en el aplauso de la crítica y se posiciona como uno de los autores jóvenes de novela negra más interesantes del panorama actual.
«Su estilo, seco y conciso, recuerda el de autores como Dashiell Hammett, Raymond Chandler y, sobre todo, Ross Macdonald y su investigador privado Lew Archer. Porque Lincoln Perry, el detective de la novela de Koryta, es un digno heredero de estos duros históricos, con sus métodos poco ortodoxos, la obsesión febril por desentrañar una endiablada trama de asesinato, la fidelidad y el honor a unos principios y la amistad por encima de las convenciones.»
Escrito por: Librería Luces
Michael Koryta y su Lincoln Perry lo han vuelto a hacer. Han vuelto a dejarme con ganas de más.
Algún día se acordarán. Cuando este autor por fin rompa y su nombre comience a sonarles tanto como los de Elmore Leonard, Michael Connelly o Dennis Lehane, recordarán alguna de mis reseñas y dirán: “había un librero un tanto motivado que siempre se lo recomendaba encarecidamente a todo amante de la novela negra americana en general y del hard-boiled clásico en particular”. Sabrán que pudieron leerle en sus principios editoriales españoles, cuando descubrir a un autor deja la sensación del niño que cava en la playa y encuentra un cofre con monedas de oro, impresión muy distinta a la resultante por la exposición de un industrial y masificado boca a oreja. Incluso tal vez maldigan no haber estado ahí y se maldigan por no haberlo sabido ver. “Es que hay muchos autores”, se justificarán ustedes. “No como Koryta”, seguiré diciendo yo.
El cadáver torturado de un abogado adinerado, un protagonista sospechoso pero inocente, un hijo desaparecido peleado con su padre desde hace años, una viuda destrozada que fue prometida del protagonista, un policía tan profesional como terco y escéptico, ecos (y no sólo ecos) de Esta noche digo adios y secuelas de El lamento de las sirenas, sus dos igualmente recomendables casos anteriores... Todo combinado con habilidad siguiendo el ejemplo de los maestros clásicos, la Santísima Trinidad del hard-boiled (Hammett, Chandler y MacDonald) pero (milagro) ambientado en la actualidad (no crean que es tan fácil).
¿Qué más necesitan? Yo lo tengo claro: el cuarto libro. Pero ya. Y cuando llegue volveré a dejar lo que esté leyendo para disfrutarlo. Nunca hago esperar un Koryta con su Lincoln Perry, no pierdo un instante en comenzar a disfrutarlo.
Honestamente, no se me ocurre mejor garantía venida de un librero.
Escrito por: Librería Luces
Michael Koryta es, a mi juicio y junto a Craig Russell con su Lennox, el mejor escritor de novela negra hard-boiled de las hornadas recientes. Cualquier amante de los libros de Raymond Chandler y Ross MacDonald encontrará ecos dignos de los grandes maestros en su obra. Y es que Koryta no se preocupa tanto de ser original como de respetar el canon del género tras haber estudiado (estoy convencido) la senda de sus predecesores, pero siguiendo su propio camino sabedor que seguir los pasos de otros no le llevarán al mismo sitio.
En El lamento de las sirenas el detective Lincoln Perry se enfrenta a su pasado. Vuelve al lugar que le vio crecer y al que no había regresado desde sus primeros tiempos como policía cuando, en cumplimiento de su deber y creyendo hacer lo mejor, quedó marcado como un traidor para muchos (incluido el propio Perry), algo difícil de perdonar en ese tipo de barrios. Pero se siente obligado a hacerlo cuando se entera de que el que fuera su mejor amigo es acusado de matar a una mujer y hacer arder la casa donde se encontraba el cadáver.
Todos los ingredientes de los clásicos, solo que Koryta adapta lo clásico a nuestros tiempos sin que deje de parecer clásico, algo muy difícil. Con veintidós años escribió Esta noche digo adiós (también muy recomendable) lo que nos supone a los enamorados de su obra motivo de gran satisfacción por saber que nos queda mucho Koryta por leer. El próximo en abril, Una tumba acogedora, y os aseguro que dejaré lo que esté leyendo en cuanto caiga en mis manos.
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