José Martínez Hernández, nacido en Cartagena (Murcia) en 1964, en el seno de una familia de clase media trabajadora, pasó su infancia entre los juegos propios de su edad y la esperanza de un país necesitado de democracia. En los primeros ochenta comenzó para él una condena al olvido en compañía de autores como Rimbaud y Hölderlin, algunos libros clásicos y poco más. Lecturas que marcarían para siempre su espíritu, obras que inspiraron esos años de soledad. Hoy también escribe a su musa, que se hizo carne en Milagros, compañera inseparable en sus últimos años de vida en Sant Joan, (Alicante), donde reside en la actualidad. Del tiempo presente se queda con los versos, la amistad y la cercanía de Meri Pas Blanquer, Francisco Javier Solé Ribas y Joaquín Piqueras. A ellos y a Isabel Martínez Barquero le debe ratos inolvidables pasados en la compañía de sus libros. Es autor de un cuaderno que une poesía y pintura, publicado junto al artista y amigo Isidoro Conesa Godínez y titulado La voz del desconcierto (2020), que inicia la colección «La Araña Negra», creada por el pintor.
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