Gary Bedell nació en 1954 en St. Thomas, Canadá. Fue el tercero de cuatro hermanos. Su padre era militar y la familia se desplazaba a una base nueva cada año, un estilo de vida que nunca ha podido abandonar.
Tras terminar los estudios secundarios trabajó como minero perforador en Thompson, Manitoba, pero una serie de accidentes laborales le hicieron reconsiderar su trayectoria profesional y aceptar un puesto como auxiliar de vuelo en Air Canada. Éste fue el primer cambio laboral de los muchos, y sorprendentes, que ha llevado a cabo a lo largo de su vida.
En 1984 solicitó una baja temporal para colaborar en la campaña política de John Turner por el liderazgo del Partido Liberal, en el poder en ese momento en Canadá. Cuando su candidato se convirtió en primer ministro, abandonó Air Canada definitivamente para trabajar en el gabinete del mandatario. Pero su partido perdió las elecciones generales y Gary decidió aprovechar el giro inesperado para estudiar un MBA en la University of Western Ontario. Durante el segundo curso, presentó una solicitud para un intercambio con el IESE en Barcelona y, en el verano de 1985, vino a España por primera vez. Volvió al año siguiente para trabajar doce meses en una empresa de plásticos en Cardedeu (Barcelona).
En 1988 ingresó en el cuerpo diplomático de su país, en la Oficina de Protocolo, como responsable de las visitas de Estado de dignatarios extranjeros a Canadá. En junio de 1990 organizó el viaje de Nelson Mandela, entonces presidente del Congreso Nacional Africano, tras el que surgió su traslado a Johannesburgo como ayudante personal de Mandela.
En septiembre de 1991 fue nombrado comisario adjunto del pabellón de Canadá para la Exposición Universal de Sevilla que se celebró en 1992, año que le dejó marcado por su primera salida como costalero con la Hermandad de Los Panaderos y por la muerte de su padre. Posteriormente, volvió con frecuencia a España y todas las Semanas Santas a Sevilla para cumplir una promesa hecha a su progenitor.
En octubre de 2002, después de reflexionar sobre el trágico atentado de las Torres Gemelas, decidió instalarse definitivamente en España. Desde hace tres años es colaborador de Carlos Herrera en el programa Herrera en la onda, de Onda Cero. Está soltero pero «con esperanza» y quiere dedicar sus próximos cincuenta años a recorrer la geografía española, escribiendo, haciendo fotos y grandes amigos, comiendo y catando buen vino.
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