Partiendo de la célebre meditación de John Donne, Nuccio Ordine amplía su «biblioteca ideal» invitándonos a leer—y a releer—más páginas escogidas de la literatura universal. Conven...
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Partiendo de la célebre meditación de John Donne, Nuccio Ordine amplía su «biblioteca ideal» invitándonos a leer—y a releer—más páginas escogidas de la literatura universal. Convencido de que una cita brillante puede despertar la curiosidad del lector y animarlo a leer la obra de la que procede, Ordine continúa su defensa de los clásicos, demostrando que la literatura es fundamental para fomentar el entendimiento y la compasión entre las personas. En una época marcada por el individualismo, las terribles desigualdades sociales y económicas, el miedo al «forastero» y el racismo, estas páginas nos invitan a entender que «vivir para los demás» es una oportunidad de dotar de sentido nuestras vidas. Como La utilidad de lo inútil y Clásicos para la vida, este nuevo volumen es una defensa y un himno de todo lo que lamentablemente una parte de la sociedad acostumbra a desdeñar porque no reporta provecho material.
Nuccio Ordine (Diamante, 1958) es profesor de literatura italiana en la Universidad de Calabria. Fellow del Harvard University Center for Italian Renaissance Studies y de la Alexander von Humboldt Stiftung, ha sido también profesor visitante en distintas universidades en Estados Unidos y en Europa. Ha dedicado a Giordano Bruno un CD-ROM (Opere complete, Turín 1999) y dos ensayos traducidos a diferentes lenguas: La cabala dell’asino. Asinità e conoscenza in G. Bruno (Nápoles, 1987 y 1996) y G. Bruno, Ronsard et la religion (París 2004). Es miembro fundador y secretario general del Centro Internazionale di Studi Bruniani, dependiente del Istituto Italiano per gli Studi Filosofici. Dirige con Yves Hersant la edición crítica bilingüe de las Opere complete de Giordano Bruno (Les Belles Lettres, París).
Nuccio Ordine nos invita en su último libro a adentrarnos en la
historia de la literatura universal. A través de una selección de
textos, el autor propone un recorrido por grandes clásicos haciéndonos
reflexionar sobre temas como las desigualdades sociales, la valía y los
méritos de los gobernantes, el fanatismo religioso, el tiempo, la paz,
la convivencia, la libertad, el poder de la palabra o la magia de la
poesía. Ordine expone teorías y nombres que abordaron estos asuntos a
través de la escritura, pero no profundiza, y ahí radica un valor más de
su propuesta, sino que busca despertar la curiosidad en el lector para
llevarlo así a descubrir aquellos textos originales.
Los hombres no son islas
arranca con una introducción (que bien podría constituir un libro por
sí misma) para desplegarse en todo un elogio a la humanidad, al valor
moral. En referencia a Montaigne,
por ejemplo, habla sobre la amistad, el diálogo, el arte de la
conversación; también sobre la necesidad de construir «lazos vivos,
verdaderos, auténticos», frente a la imposición de las cifras, el dinero
y lo efímero, en alusión a Antoine Saint-Exupéry; o sobre la importancia de la docencia en una maravillosa mención a la carta que Camus escribió a su maestro Louis Germain para agradecerle su enseñanza cuando recibió el Premio Nobel de Literatura.
Frente a los discursos que aún imperan en una parte de nuestra
sociedad, la obra defiende el sentimiento de pertenencia a una patria,
pero a una patria más extensa, universal, donde todos los seres humanos
se sientan partícipes de una misma comunidad, lejos del egoísmo y el
interés propio. Velar por lo ajeno, por el bien común, para sentirnos
ciudadanos del mundo. Una idea que se recoge en palabras de Virginia Woolf,
quien lo ejemplificó muy bien al «representar a los seres individuales
humanos como parte del océano. Todo individuo es una parte de la
humanidad, como la ola es una parte del océano. Toda ola es al mismo
tiempo única e idéntica a las demás».
Y no olvida el autor, por supuesto, que «el viaje más bello es la
lectura». Una lectura tranquila y fructífera, abogando por ese elogio de
la filosofía y de la lentitud de Nietzsche
frente a la prisa y la velocidad. Así, pues, es como debemos tomar la
obra de Ordine, con calma y sosiego, para adentrarnos en su profundidad,
desde donde brotan sus ramificaciones, una puerta abierta a la historia
de la literatura, al pensamiento y al saber. Los hombres no son islas
constituye una biblioteca ideal para leer y releer los clásicos en
busca de la unión en un mundo cada vez más falto de entendimiento.
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'Los hombres no son islas', de Nuccio Ordine
Nuccio Ordine nos invita en su último libro a adentrarnos en la historia de la literatura universal. A través de una selección de textos, el autor propone un recorrido por grandes clásicos haciéndonos reflexionar sobre temas como las desigualdades sociales, la valía y los méritos de los gobernantes, el fanatismo religioso, el tiempo, la paz, la convivencia, la libertad, el poder de la palabra o la magia de la poesía. Ordine expone teorías y nombres que abordaron estos asuntos a través de la escritura, pero no profundiza, y ahí radica un valor más de su propuesta, sino que busca despertar la curiosidad en el lector para llevarlo así a descubrir aquellos textos originales.
Los hombres no son islas arranca con una introducción (que bien podría constituir un libro por sí misma) para desplegarse en todo un elogio a la humanidad, al valor moral. En referencia a Montaigne, por ejemplo, habla sobre la amistad, el diálogo, el arte de la conversación; también sobre la necesidad de construir «lazos vivos, verdaderos, auténticos», frente a la imposición de las cifras, el dinero y lo efímero, en alusión a Antoine Saint-Exupéry; o sobre la importancia de la docencia en una maravillosa mención a la carta que Camus escribió a su maestro Louis Germain para agradecerle su enseñanza cuando recibió el Premio Nobel de Literatura.
Frente a los discursos que aún imperan en una parte de nuestra sociedad, la obra defiende el sentimiento de pertenencia a una patria, pero a una patria más extensa, universal, donde todos los seres humanos se sientan partícipes de una misma comunidad, lejos del egoísmo y el interés propio. Velar por lo ajeno, por el bien común, para sentirnos ciudadanos del mundo. Una idea que se recoge en palabras de Virginia Woolf, quien lo ejemplificó muy bien al «representar a los seres individuales humanos como parte del océano. Todo individuo es una parte de la humanidad, como la ola es una parte del océano. Toda ola es al mismo tiempo única e idéntica a las demás».
Y no olvida el autor, por supuesto, que «el viaje más bello es la lectura». Una lectura tranquila y fructífera, abogando por ese elogio de la filosofía y de la lentitud de Nietzsche frente a la prisa y la velocidad. Así, pues, es como debemos tomar la obra de Ordine, con calma y sosiego, para adentrarnos en su profundidad, desde donde brotan sus ramificaciones, una puerta abierta a la historia de la literatura, al pensamiento y al saber. Los hombres no son islas constituye una biblioteca ideal para leer y releer los clásicos en busca de la unión en un mundo cada vez más falto de entendimiento.
J.C. Reina
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