Escrito por: Librería Hydria
A partir de una historia sencilla y más o menos conocida para todos (todos tenemos personajes irreales en el árbol familiar), y dividida en cuatro pequeños capítulos que corresponden a cuatro personajes de su familia, a cuatro "extraños", Vicente Valero en esta pequeña maravilla que edita Periférica, construye unos relatos cortos sobre ellos basados en retazos, habladurías, falsos recuerdos (o no) en los que podemos percibir, como mensaje de fondo, que nuestra memoria es la primera de las ficciones. Es la primera novela del poeta ibicenco y está toda ella cargada de un hermoso tono lírico, pero dibujado con una honestidad difícil de encontrar actualmente. Un buen libro.
Librería Hydria, Salamanca.
Sinopsis:
Ya sean desdichadas o felices, es decir, diferentes o parecidas —según la célebre definición de Tolstói—, todas las familias tienen sus extraños: aquellos individuos de quienes tal vez sólo se conserva un puñado de noticias dispersas y a los que, sin embargo, se alude con cierta frecuencia por algún enigmático suceso, por su peculiar oficio o por la fuerza misma de su singular personalidad, que los obligó a permanecer alejados del devenir corriente de la familia. Rostros, por tanto, huidizos, muchas veces en la frontera del olvido definitivo.
Para rescatarlos de esta frontera última y para saciar una antigua curiosidad —la que proviene, pura e ingenua, de los relatos inconexos escuchados durante la infancia—, el narrador reúne en este extraordinario libro a cuatro de sus extraños para intentar reconstruir, sirviéndose de los pocos recuerdos heredados pero también aventurándose en investigaciones personales (viajes, documentos, etcétera), la trayectoria vital de cada uno de ellos, sus ambiciones y fracasos, así como para determinar cuál fue el motivo principal de su extrañeza y, por tanto, de su alejamiento.
Y en esta aproximación, el narrador —tal vez el auténtico protagonista de este libro— no sólo descubre hechos y confluencias sorprendentes, sino que consigue también conocer mejor la identidad y el transcurso de una familia común, con sus olvidos y sus afectos, sus temores y sus esperanzas.
En mayor o menor medida, la mayoría de los que nos decimos libreros aspiramos a llegar algún día a serlo como el añorado que describe el autor de ese magnífico manual y del que tanto hemos aprendido muchos de nosotros (después de tantos años, sigue tan vigente como en el día de su publicación). Esta lista no pretende ser si no una suerte de adaptación de nuestro oficio a los nuevos tiempos. Esperamos que la disfrutéis, queridos lectores.«Es frecuente la añoranza del buen librero, ese que conocía al dedillo las obras que poblaban los anaqueles y además sabía qué interesaría a cada uno de sus clientes (…) Por supuesto, el mérito principal del librero añorado era su sabiduría, su sensibilidad hacia las letras y las personas, característica que solo se adquiere con el paso del tiempo y del ejercicio consciente del oficio, y en consecuencia no puede enseñarse. Pero sí puede aprenderse la disposición a conocer lo que anima a los compradores de libros, o las técnicas para averiguar por qué y para qué se busca una obra. »
Herbert Paulerberg, El arte de vender libros (Fondo de Cultura Económica, 2005)
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