Los años que no supone el debut en el terreno de la novela de la joven autora
Lidia Caro Leal, que se ha colado en nuestro tejido epidérmico, marcándolo con la fuerza del dolor causado por una herida por la que nadie debería pasar.
El punto de partida de
Los años que no es la violación que sufre la protagonista, en el portal, en las escaleras de ese portal, violentando su cuerpo, su mente, su espacio vital, sus resortes psicológicos, su cuarto propio. “Cuando la puerta advirtió con un chirrido que se iba a cerrar, una voz masculina a mi espalda dijo «vivo aquí». Todo se oscureció. Me caí al suelo empujada por un hombre que pesaba bastante más que los cincuenta kilos a los que yo no llegaba”. Por si fuera poco, el Código Penal considera que la violación no fue una violación en sentido estricto, al no haberse producido penetración: “Cayeron unas gotas en el rellano, lechosas, que apestaban a bestia”.
Comienza la huida. Un escapar hacia delante, lejos, muy lejos, a 9.516 kilómetros de distancia. No queda otra. Caminar o reventar de ira, de depresión, de lo que sea. La protagonista siente una necesidad imperiosa de que sus glándulas suprarrenales generen cantidades industriales de adrenalina.
Conoce gente, trabaja en lo que puede, recorre los Estados Unidos, descubre lagos y paisajes fascinantes, asciende montañas de miles de metros de altura. “La perspectiva y el mal de altura provocan que el paisaje parezca vertical, una pared de nieve sucia, praderas grises y tres tonos de azul, el más oscuro es igual que Neptuno. La montaña ejerce una fuerza centrípeta que me atraviesa la columna”.
Experimenta momentos de felicidad. Dice en voz alta: “Soy feliz”. Pero la felicidad asociada a una huida como método de escapismo dura lo que dura. No es infinita. Y lo finito antes o después nos recoloca en nuestro sitio, nos guste o no.
Nos ha encantado
Los años que no. Una novela en primera persona, con gran riqueza lingüística, metáforas maravillosas y un dominio de los tiempos y su fragmentación, su ir contando poco a poco, dosificando la información, sobresaliente.
A Lidia Caro le gustan Nicolás Jaar, Devendra Banhart y Wilco. También
El ladrón de bicicletas y
The Wire. Sus libros de cabecera se podrían entresacar de las obras de Vivian Gornick, León Tolstói, Albert Camus y Antonio Tabucchi. Los nuestros, también.
Rafa G. Rivas,
Sputnik (León)
Opiniones
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Los años que no
Los años que no son los años que sí, esos años que deberían ser los mejores de tu vida. Los años en los que no estás pensando en cotizar a la seguridad social y que una resaca se cura con otra. Resulta que los años que no, los prometedores veintitantos, no son siempre los mejores años de nuestra vida pero sí los años en los que más cosas suceden y más rápido va todo. La historia comienza con una violación, que va a ser el hilo conductor de la historia y el detonante de un período de abatimiento. Este suceso traumático va a desembocar en viajes, excesos, idas y venidas, relaciones cortas e intensas, relaciones largas e insípidas, entrar en la norma, salir de la norma y pelear, pelear muchísimo por saber quién eres y qué quieres.
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