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EL poeta moderno desarrolla habitualmente una doble vida: la del hombre y la del poeta. El primero es el individuo particular al que le suceden las cosas. El segundo es el sujeto específico que convierte en poesía los sucesos de la indiscernible trama vital, en virtud de un empleo original del lenguaje ordinario. En el caso concreto de Charles Baudelaire (París, 1821-1867), tuvo que afrontar una vida agitada, intensa, decididamente orientada por su actividad poética, para transformar radicalmente los hábitos, la teoría y la práctica de la lírica moderna, y para seguir interesando con sus obras a las generaciones sucesivas. El autor de Las flores del mal puso de manifiesto una nueva actitud frente al bullicio de las aglomeraciones urbanas, no sólo como realidad física, sino también como objeto de arte, al tiempo que buscaba una nueva manera de contar consigo mismo, en tanto sujeto viviente y en cuanto conciencia artística. Fascinado y repelido por el destino del hombre moderno, el hombre de las grandes ciudades, frente a una realidad impredecible que no controla, cubrió el abigarrado paisaje urbano con una amplia, inquietante y sugestiva constelación de signos, en cuyos resplandores mortecinos aún podemos reconocernos. MANUEL NEILA
Charles Baudelaire (1821-1867) se cuenta entre los poetas más influyentes del siglo XIX, y probablemente también de toda la historia de la literatura universal. Su padre, el exseminarista Jean-François Baudelaire, falleció cuando su hijo contaba a penas con cinco años de edad. Tras su muerte, la madre, Caroline, hija de emigrados franceses a Londres, contrajo de nuevo matrimonio. Expulsado del Liceo Louis-le-Grand pese a la obtención del título de Bachiller superior, en 1940 se inscribe en la facultad de derecho. Comienza a frecuentar entonces el Barrio Latino, donde conoce a Gérard de Nerval, Sainte-Beuve y Balzac, adentrándose de forma irrefrenable en el mundo de humo, opio y prostitución de la bohemia parisina. Por su impía conducta, la familia lo envía a los Mares del Sur. A su regreso, no obstante, Baudelaire vertería la obrade Edgar Allan Poe al francés y llevaría a cabo sus obras más conocidas: desde el escandaloso poemario Las flores del mal (1857) hasta los textos de Los paraísos artificiales (1960) y el póstumo El spleen de París (1869). Duramente criticado y vilipendiado en vida por lo escandaloso de su obra y conducta, Baudelaire murió sifilítico y empobrecido, desconocedor del impagable legado que había donado a la posteridad. Adalid del simbolismo, estandarte del romanticismo y precursor del decadentismo, su cuerpo yace enterrado en el Cementerio de Montparnasse.
Manuel Neila nació en 1950 en Hervás (Cáceres). Pasó su juventud en Asturias, y estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Oviedo, donde se licenció en Filología Románica. Colabora habitualmente en revistas literarias como Clarín, Turia, Cuadernos hispanoamericanos, Claves y Quimera. Poeta cauteloso y casi secreto, se decantó enseguida por la poesía esencial y el silencio del que emerge. Tras los poemas de Clamor de lo incesante (Jugar con fuego, 1978), con los que se dio a conocer, fue incluido en la antología Las voces y los ecos (Ediciones Júcar, 1980).
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