La chica que vive al final del camino

Una obra maestra del gótico americano. Una novela de culto, tensa y aterradora, que inspiró la película protagonizada por Martin Sheen y por una jovencísima Jodie Foster.
Rynn acaba de cumplir trece años y lo celebra sola en su casa. Nadie sabe mucho de ella. Solo que se hace la interesante, no habla con nadie, cobra los cheques de viaje de su padre y da esquinazo a las visitas inoportunas. En su casa hace lo que quiere: fuma cigarrillos, se entrega a la poesía de Emily Dickinson y establece una amistad peculiar con un muchacho cojo que dice ser mago. Hace tiempo que su padre no se deja ver por el pueblo, y los vecinos empiezan a hacer preguntas: ¿dónde está su padre? ¿Qué se oculta en esa casa que se alza al final del camino? Laird Koening nos ofrece con esta oscura novela una obra maestra de la literatura gótica americana, que inspiró la película protagonizada por una joven Jodie Foster y por Martin Sheen. Una vuelta de tuerca al género de lo inquietante.
CRÍTICA
«Hay que leer "La chica que vive al final del camino" de un atracón, con el corazón en un puño, con prisa y de noche. Así se entiende el espíritu con el que se escribió.» —Teo Peñarroja, Nuestro Tiempo
«Lo mejor de "La chica que vive al final del camino" es que, cuestionando de forma inteligente y perversa nuestras presunciones sobre la inocencia y bondad infantiles, no cae ni en su satanización ni en su victimización.» —Jesús Palacios, El Cultural
«Una obra maestra del gótico americano de 1974. Rynn acaba de cumplir 13 años y lo celebra sola en casa. Nadie sabe mucho de ella. Hace tiempo que su padre no se deja ver por el pueblo, y los vecinos empiezan a hacer preguntas.» —Estrella García, Babelia
«La afilada inteligencia de una muchacha de apenas trece años pondrá a prueba la del lector a lo largo de las escasas 260 páginas que componen este clásico de la narrativa gótica norteamericana, preñada de referencias que balizan y no lastran el desarrollo impecable e implacable de su trama.»—Xavier Rodríguez, Zenda
«Considerada como una de las obras maestras del terror gótico americano, “La chica que vive al final del camino” desprende inteligencia e intención por los cuatro costados.» —Marcos Gendre, Mondosonoro
«Una novela que presenta uno de los personajes infantiles más diabólicos de todos los tiempos.» —Hannah Furnes, The Telegraph
«Parece escrita con una pluma impregnada de cianuro potásico. Es el más certero compendio de maldad genuina que he leído en mucho tiempo.» —Fred Mustard Stewart
Como suele ser habitual; la
editorial Impedimenta nos acerca autores que o bien son poco conocidos o de los
que escasean publicaciones en castellano. Este es el caso de Laird Koening con
“La chica que vive al final del camino” (texto adaptado a la gran pantalla en
1976 bajo el mismo título, con Jodie Foster como Rynn), novela de terror que
encumbró al autor como uno de los escritores revelación de su época.
Como suele ocurrir en este
género, se cumple la premisa de que “menos es más”. Una trama sencilla, nítida
y alejada de giros copernicanos; la cantidad de personajes justos y bien
vestidos literariamente; y, como no puede ser de otra manera, unas impactantes
y coherentes pulsiones narrativas que nos mantengan agarrados al libro. Así,
tal y como nos suele ocurrir al leer y releer a Shirley Jackson, acabaremos
viviendo casi primera persona el argumento que nos narra el autor y, quizás,
llegando a empatizar e identificarnos con los personajes más bizarros.
En esta “…chica que vive al
final del camino” nos encontraremos rápidamente con una lectura que nos sumerge
en la mente esquiva de una joven de trece que ha de tomar una serie de
decisiones dramáticas para poder ganarse el estatus de adulta. Porque, aunque
pueda parecer extraño, esta historia navega entre la toma de decisiones de sus
personajes y las consecuencias que ellas conllevan, aunándose todas ellas en
una espiral de cadenas de sangre.
Y también es una historia de amor
y de poesía. Y de amor por la poesía, si me permiten este lugar común en
tiempos de la cólera por lo viral. Rynn, esa joven que está dejando
definitivamente de ser niña, y su padre, poeta que desea un retiro creativo, se
instalan en un poblado isleño cercano a la costa de Nueva York. Pero nada
ocurre como tenían planeado y será ella junto a un joven lugareño quienes
lleven el peso de una sucesión de hechos desafortunados. A lo largo de todos
ellos los poemas de Emily Dickinson nos servirán como gozo para saborear en
mayor medida el texto.
Aún así, cabe destacar que la
opresión de una sociedad clasista, ajena al mundo exterior, apegado a las
normas no escritas de la comunidad, es tratada por el autor como telón de fondo
de manera magistral, sin llegar a caer en lo obvio o lo pantanoso. Claro está,
este es un relato en el que el lector debe estimular sus sentidos para
completar todos aquellos detalles que ya se dan por sabidos, algo también bastante
común entre los escritores estadounidenses de los 60 y 70, lo cual nos hace
introducirnos en la historia de manera irremediable.
Poco más se puede decir sin
desvelar la tramoya de un libro que bien seguro colmará vuestras expectativas y
que os llegará a sorprender.
Opiniones
Opiniones
La chica que vive al final del camino
Este clásico de la literatura americana que nos acerca la editorial Impedimenta, con una excelente traducción, es una buena elección de lectura. Nos encontramos con un libro que tiene muchos ingredientes para que su lectura nos atrape, el personaje principal es una niña de trece años a la que su padre le ha inculcado la lucha por su independencia, enfrente una serie de personas que tratan de doblegar ese estado al que esta necesariamente unida, ella es como es porque vive esa plenitud, ama la música y su crecimiento personal se basa en sus lecturas. Enfrente le van surgiendo problemas que va afrontando con decisiones que tiene pensadas, pero que la van conduciendo hacia lugares insospechados. Desde el primer momento nos identificamos con el personaje, defendemos como lectores que Rynn siga ese camino de madurez que ha emprendido, aunque se salte todas las reglas, pensamos que los malos son muy malos y justificamos todas las acciones a las que se ve obligada a realizar para preservar su modo de vida. Esta novela tiene mucho peso, pone entre sus líneas muchas cuestiones, educación, abusos sexuales, descubrimiento del amor, lealtad y la lucha por ser uno mismo de cara a una sociedad que trata de que todos sus componentes tengan uniformidad.
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