Confiesa que la primera mujer por la que perdió la cabeza fue una bibliotecaria. Sólo de pensar en el lápiz que se pasaba por aquel moño suelto tan atractivo se le sube la temperatura. Quizá fuera por la influencia de la bibliotecaria, pero el caso es que a los dieciséis años, Karin cayó en los brazos de su primer y único amor. Existe cierta simetría en el hecho de que diez años más tarde, después de ver la película "Media hora más contigo", su pareja fuera a la biblioteca pública de Berkeley para encontrar algunos de «aquellos libros».
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