Fray Juan de Molina y Entrena, venerable religioso de la Orden de la Merced, cuya vida y prodigios escribieron el padre Neyla y otros escritores mercedarios, fue bautizado el 28 de octubre 1579 en la villa de Carenas en Aragón. En su infancia hizo presagiar la eminente virtud que practicó toda su vida, siendo amado de todos por su docilidad, pureza de costumbres y afición al retiro de su casa. Con tan buenas disposiciones vistió el hábito en Calatayud el 17 de octubre de 1596, profesando al año siguiente. Estudió Artes y Teología, adquiriendo el grado de maestro. Fue comendador del convento de San Agustín de Calatayud, del convento de Santa Eulalia de Pamplona, y del convento de San Lázaro de Zaragoza, cuyas comunidades gobernó con gran observancia, prudencia y buen ejemplo. Fue nombrado definidor de provincia y redentor por Aragón y Navarra, además de ser enviado por fray Juan Cebrián en 1628 como visitador a Andalucía. Hizo dos redenciones, una en Túnez el año 1634 y otra en Argel en 1639, siendo ya provincial de Aragón, en las que rescató a 227 cautivos. A su regreso le nombraron de nuevo comendador de Zaragoza. Participó en la fundación del Colegio de San Pedro Nolasco de Zaragoza en 1647. Toda su vida fue humilde, apacible, compasivo, retirado, estudioso, obediente, pobre, casto, y de una extraordinaria mortificación y penitencia, logrando por estas virtudes y su saber, el respeto y la estimación de todos. Predijo la hora de su muerte dichosa, que acaeció con 73 años el día 20 de diciembre de 1652, quedando su cuerpo hermosísimo y flexible, viéndose en su tránsito luces como estrellas sobre su celda, que subían y bajaban. Fue enterrado en la capilla del Eccehomo del convento de San Lázaro. Fue considerado beato en la encomienda de Zaragoza. En la vida de este venerable se refieren cosas maravillosas y notables prodigios
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