Lo fugitivo queda atrapado aquí con letra impresa: son recuerdos de personas que el autor ha conocido - Azorín, Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, José María Valverde, Ramón de Zubiaurre, Ernesto Sábato, Federico Sopeña, Julián Ayesta, Elena Quiroga, Manuel Mindán, José Antonio Muñoz Rojas
-; episodios, algunos desconocidos, que el autor reconstruye -una visita a Toledo de Alejo Carpentier, un viaje a Nápoles de César González Ruano, los años de estudiante de Luis Martín-Santos, los paseos de Rilke por Ronda, la reclusión de Lezama Lima, la esforzada vocación literaria de Felisberto Hernández, las dificultades de Saint-Exupéry para acabar su obra maestra
-, y unas cuantas cosas que al autor le interesan especialmente -los diarios, los tangos, los idiomas que mueren, las cartas, las tertulias, los jardines, la música de piano-.
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