Valery Larbaud (1881-1957) es una de las voces más singulares de la literatura francesa. Hijo de un farmacéutico, propietario de una de las fuentes termales de Vichy, y de una mujer dominante y rígida, la existencia de Larbaud estuvo marcada por una salud frágil y por su anhelo viajero. Recorrió Europa de un extremo a otro animado por una curiosidad insaciable. Coqueteó con el dandismo y las vanguardias, cultivó con igual acierto la narrativa, la crítica literaria y la poesía, acabó por erigirse como uno de los autores clave para entender la transformación de la literatura a principios del siglo XX. Es inevitable destacar la calidad y la variedad de las traducciones que Larbaud realizó a lo largo de su vida, se enfrentó con éxito a autores tan importantes como Coleridge, Samuel Butler, James Joyce, Ramón Gómez de la Serna, Unamuno o Italo Svevo. En Fermina Márquez Valery Larbaud traza, a partir de un brillante proceso de introspección psicológica, los sufrimientos y obsesiones más oscuros y atemporales de la adolescencia. La que muchos consideran como la novela colombiana de Larbaud, retrata de un modo magistral la compleja personalidad de unos jóvenes que luchan por superar sus inseguridades, por adecuar sus vidas a la pérdida progresiva de la inocencia.
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