“El Verso no tiene dueño” es un grito librado al firmamento en una descarga casual y emotiva como la vida misma. Lo menos importante para la autora fue ubicarlo en un tiempo o un espacio. Existen sin embargo, acontecimientos trascendentales que lo motivan y que son la razón de su existencia, como el amor, el desamor, la pasión, la música, la maternidad, la libertad, etc.
Son versos circunstanciales de la fibra poética cautiva, que se liberan al momento en que la omnisciencia impacta menos que las emociones y lo que se escribe no está sometido a una corriente literaria estricta.
Cuándo la inspiración se recrea sin fecha marcada y cada escrito que ve la luz nace como efecto de una causal explosiva, se emiten y diseñan estos escritos en formatos diferentes. Variada y también recurrente es la temática que da cuerpo a su vitalidad. “El Verso no tiene dueño” se conforma por un grupo de sonetos, poesías y prosas, autónomos como su nombre.
La esencia, la corriente y la alineación poética de estos versos, se estacionan en la mente de la escritora como una incógnita sin develar, entre lo que es poesía y anti poesía y direcciona su contenido hacia un lector normal, pero apasionado.
Es fácil percibir que al registrar estos versos sobre el papel, la autora no inhala, solo exhala letras que inmortalizan pasiones del intelecto, en confabulación con el alma.
Un par de alas imaginarias para ascender y descender, son las herramientas necesarias para leer este libro y encadenarse a su lema: ¡Vuela sin dueño!
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