«Se dice que quizá lloramos cuando fracasa el lenguaje, cuando las palabras ya no pueden transmitir adecuadamente nuestro dolor». La poeta Heather Christle desvela la historia íntima de sus lágrimas —desde el suicidio de un amigo hasta sus embarazos o la historia de depresión en su familia— para desentrañar las razones biológicas del llanto e investigar su influencia en el arte, la cultura y el feminismo. En estas páginas Christle nos descubre a una artista que diseña una pistola de lágrimas heladas; a una polilla que se alimenta de las lágrimas de otros animales y artilugios para lidiar con el duelo como el «lacrimatorio», un recipiente de la Antigüedad donde el «doliente pudiese verter sus lágrimas recién derramadas». La autora nos hechiza con sus fragmentos poéticos y explora cómo la historia de las lágrimas se enlaza con la violencia racista o el estigma de la enfermedad mental. Surca la obra de otros muchos poetas y escritores como Loorie Moore, Judith Butler, bell hooks, Roland Barthes, Sylvia Plath, Anne Carson, Frank O'Hara, Lucille Clifton o Carl Philips. Brillante, ingenioso y sincero, El libro de las lágrimas es una celebración de la poesía y un particular homenaje a la fascinante rareza de las lágrimas.
Escrito por: Las Librerías Recomiendan
La variedad extrema, un mes más, es la protagonista de la lista de los diez libros más unánimemente recomendados por las librerías españolas independientes para las cuatro semanas que vienen. Hay fantasía voluminosa y hay poesía andariega, hay novela de conflictos privados y hay relatos de misterio, hay testimonios personales dramáticos y abordajes biográficos, hay literatura nórdica y, en lo más alto del 'top ten', dos caras muy distintas de la no ficción española: por un lado, nuestra idolatrada Irene Vallejo (la favorita de los dioses... y de las libreras) ofrece un minúsculo pero monumental manifiesto a favor de la necesaria eternidad de los libros y de la lectura, haciendo votos porque, mirando hacia el futuro, lo libresco tenga una vida tan rica, fecunda y decisiva como la ha tenido si miramos hacia el pasado (historia que ella ha contado como pocos); y, por otro, se recupera la gigantesca y a la vez ligera obra completa de nuestro corresponsal favorito en la "Edad de Plata", el hombre que estuvo en todos sitios y acertó a contárnoslo con una puntería y una lucidez casi sospechosas de tan exactas: Manuel Chaves Nogales parece, en efecto, un personaje de ficción, porque estuvo en el momento adecuado en el lugar oportuno, y no una sino muchas veces, y escribió crónicas (o relatos, tomando el insuperable atajo de la ficción) que explicaron para siempre determinados sucesos o determinadas actitudes de los años en los que fue joven, porque, muerto a los cuarenta y siete años, siempre fue joven, y lo sigue siendo.
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