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A la que durante más de setenta años llevaba dándonos más de lo que hubiéramos pedido: comunicaciones, alimentos, pistas asfaltadas, aeropuertos, puertos, escuelas, institutos, hospitales, prospecciones mineras y sondeos acuíferos, ayudas por el interior a los nómadas
Y un Ejército del cual los saharauis formábamos parte, en constante movilidad por todos los horizontes del Sahara, magníficamente preparado y dispuesto para defender nuestra libertad, nuestra tierra y nuestras gentes, impidiendo al bereber marroquí entrar en nuestra patria
A la que durante casi un siglo nos procuró progreso y paz
, al cabo de esos años no supimos ni quisimos reconocérselo.
Por lo tanto, sería contrario a la razón que España aguardara la llegada de nuestra gratitud.
Esto y el olvido acabarían llevándonos a la desesperación?.
Quizás, sin embargo, aún estemos a tiempo de pedir perdón, ya que no supimos ser agradecidos.
Y, sin perder la esperanza, siempre tendremos, saharauis y españoles, un sentimiento común: comprobar que nadie sabe lo que tiene, hasta que le falta
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