Es el pseudónimo de Françoise Quoirez, la enfant terrible de la literatura francesa, o como la llamaba Mauriac, un «charmant petit monstre». El 1954 irrumpió en la escena literaria francesa con Buenos días, tristeza, que escribió cuando sólo tenía diecisiete años. El éxito de esta novela y su adaptación al cine, así como el escándalo que generaron, la hicieron célebre y millonaria. Para muchos lectores fue considerada la obra que daba visibilidad a una generación con unas aspiraciones muy diferentes de las de sus padres. Dos años después de este primer éxito, publico Una cierta sonrisa y, más tarde, ¿Le gusta Brahms? Las tres tuvieron un gran éxito entre los lectores y fueron llevadas a la pantalla.
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