Para ÉMILE ZOLA (París, 1840-1902), el amor en el siglo XVII es un gran señor empenechado [ ] que entra en los salones precedido por una música solemne; en el XVIII, un granuja...
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Para ÉMILE ZOLA (París, 1840-1902), el amor en el siglo XVII es un gran señor empenechado [ ] que entra en los salones precedido por una música solemne; en el XVIII, un granuja desaliñado [ ] que desayuna con una rubia, cena con una morena y trata a las mujeres como diosas generosas; y en el XIX, un joven formal, correcto como notario, que tiene rentas del Estado .
Así pues, el amor heroico del XVII, el amor sensual del XVIII se han convertido en el amor pragmático que se concluye a toda prisa como un negocio en Bolsa.
Émile Zola (París, 1840-1902) pasó toda su niñez en el sur de Francia, donde su padre falleció cuando él tenía siete años, dejando a su familia en la miseria. En 1858 se mudó a París y encontró su primer trabajo en una editorial. Aunque escribió diversos poemas, relatos y críticas literarias, hasta 1867 no publicó su primera novela Thérèse Raquin. Entre 1871 y 1893 escribió «Les Rougon-Macquart», una serie de veinte novelas destinadas a ilustrar, a través de una saga familiar, la vida parisina de finales del siglo XIX. En esta serie se incluyen obras como Nana o Germinal. Inspirado por las teorías de Darwin o Taine, Émile Zola inventó un nuevo género literario con el que penetrar en cada uno de los aspectos de la vida humana para descubrir todos los males de la sociedad: el naturalismo. Rápidamente fue calificado de obsceno y criticado por exagerar la criminalidad y el comportamiento tanto de las clases más acomodadas como de las más desfavorecidas. En defensa del naturalismo, Émile Zola escribió varios libros de crítica literaria en los que atacaba a los escritores románticos. Entre estos escritos destacan La novela experimental (1880) y la colección de ensayos Los novelistas naturalistas (1881). En 1898 se exilió a Londres durante un año como consecuencia de la carta «Yo acuso», dirigida al presidente Faure y publicada en primera página en el diario parisino L'Aurore. En ella, Zola defendía la inocencia del capitán judío Alfred Dreyfus, acusado y condenado por espionaje, y acusaba al verdadero traidor, el capitán Esterházy. Su carta provocó la reapertura del juicio. Zola murió en su casa de París el 29 de septiembre de 1902, intoxicado por el monóxido de carbono que producía una chimenea en mal estado.
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