«Un fragmento hecho de muchos fragmentos de su vida. [...] Ni hipérboles, ni dobles tintas, a Remón le gusta la frase clara, directa.» Tentaciones / El País
Cuando nadie mira suceden las cosas, el silencio, el amor, lo imposible, la soledad y el desierto, las conversaciones de amantes, el coraje y el mar, la amistad, incluso los libros. Lo que pasa por nuestra cabeza cuando nadie mira...
Alejandra G. Remón construye un universo íntimo donde reivindica la creación y una historia para vivirla con la actitud de una generación que piensa que la realidad puede ser más sencilla. Sus textos, fotografías e ilustraciones, como notas de un diario, son un canto a la belleza y a la emoción, una invitación a vivir «sin los ojos cerrados».
Sus lectoras dicen:
«Te sientes identificada con cada párrafo que lees.»
«Un libro sensible, un libro bonito, maravilloso. [...] Un gran descubrimiento.»
«Un regalo para los sentidos.»
Opiniones
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Para sentirlo plenamente
A través de diversos textos que van acompañados de toda una serie de fotografías, la autora nos pres ...
A través de diversos textos que van acompañados de toda una serie de fotografías, la autora nos presenta una explosión de sentimientos enfocados en la expresión que tendríamos que querer llevar a cabo en cada ocasión en la que se presentan. Porque qué sentido tiene reprimir aquello que nos revuelve por dentro. Si lo encarcelamos en nuestro interior, nos quedaremos también con esa sensación de incomodidad, que viene dada del propio fluir de la emoción. Porque si retenemos lo que debe existir de manera pasajera, le estamos cortando las alas y su propia razón de existir. Los sentimientos aparecen en nuestra vida para transmitirnos cierta información, y una vez que cumplen con su función, tienen que proseguir su camino. Somos una carretera por la que transitan, no nos corresponde poner barreras a su paso, simplemente saber que han pasado por ahí y sacar partido de ello. Vivimos en el mundo de lo efímero, de no disfrutar el momento, de devorar instantes, personas y situaciones, sin otorgarles el valor y el tiempo que realmente merecen. Tenemos ante nosotros oro y lo tratamos como si fuese latón, porque no somos capaces de detenernos y nos dejamos llevar por la espiral de lo nuevo. Somos destructores de sueños, consumidores masivos de lo excelso, y perdemos lo más importante de nuestra existencia, pasamos por ella de puntillas y no estamos, vivimos sin vivir, nos arrastra la corriente y nos obstinamos en no sentir lo que el universo nos tiene que decir. Somos infinidad de almas, cada una de ellas siguiendo su propio camino, en su particular momento. Queriendo únicamente ofrecer, a su manera, aquello que todas y todos sabemos que mueve la existencia. Para ello es necesario dejarnos sentir. La autora apunta con sus palabras al mismísimo centro de nuestros corazones y a mí me ha dado de lleno. Que todo pasa por algún motivo y si intentamos evitarlo, se nos presentará con otro disfraz, una y otra vez, hasta que pasemos por ello de manera consciente. Lecciones de vida, pruebas a superar, que nos vendrán bien en algún momento. Este es uno de esos libros que me resultan inspiradores y que sacan lo mejor de mí a la hora de expresar lo que he sentido al leerlos. Nos habla también sobre la autenticidad. Cuando somos nosotros mismos, el amor fluye por nuestras venas y la vida se convierte en el lugar más bonito de toda la galaxia, donde la felicidad nace de nuestro corazón y no de todo lo que reside fuera. Si buscas una obra que sume en ti, estás ante la candidata ideal, porque Alejandra hace magia entre sus páginas, te abre los ojos un poquito más y te transporta más allá del mar de los sentidos. Es para tenerla bien cerca, para abrir al azar y revisar en todo momento, porque una vez que entras en ella, ya nada es igual. La escritura de este volumen es hipnotizante y mientras avanzaba sentía como mi corazón asentía ante cada frase, cada sentimiento y cada certeza. Somos almas amorosas y hay un mundo entero a nuestro alrededor, con lugares especiales para todas aquellas personas que se quieran quedar. Para estar en un lugar hay que quererlo, obstruir un espacio porque sí no es nada bueno para el que lo ofrece, ni tampoco para el que lo ocupa, la fluidez amorosa solo entiende de movimiento incondicional y en esencia. Que más vale una pequeña acción, que mil promesas que nadie sabe hacia donde irán. Lo real es lo que cuenta y alguien que no está, no puede hacer nada. "Cuando nadie mira" es un regalo hecho de ventanas inspiradoras que reflejan lo nombrado para que nuestra mente ponga el resto. Seamos nosotros mismos, sin condiciones, los demás lugares ya están ocupados. Date un baño de palabras que se impregnan en ti, traspasando los límites de tu piel y prolongando ese aroma sincero más allá de toda esencia. Siente esa alegría, ese bienestar y esa satisfacción que proporciona el cerrar las tapas de un libro que tanto ofrece y dará por siempre jamás.
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