Córdoba es en muchos aspectos atemporal su silencio imperturbable, su color y su luz, sus patios y callejas, su río y su sierra; en otros discurre rápida y fugaz, entre el armónico desorden de sus desdichas y los hitos de sus incontestables logros. José Javier rodríguez alcaide, escriba, alquimista, páter familias, catedrático de la vida, médico del alma aunque bien pudiera serlo del cuerpo y, por encima de todo, mente preclara, nos brinda esta suerte de greguerías «a lo Montis», escritas desde el amor verdadero y pausado que da la experiencia, pero también con la intención punzante de quien perfunde un poco de sal sobre las heridas, con el sano afán de reparar los tejidos y, a la par, de avivar los sentidos. el enamorado de Córdoba o el que aspire a serlo gozará con la lectura de estas páginas y encontrará en ellas motivos para la contemplación y la reflexión, tan imprescindibles en cualquier tiempo. Córdoba está reclinada en su diván y, como en una copla de Rafael de León, sabremos de sus éxitos y fracasos, de sus alegrías y penas, y se hará «de querer». Y es que a Córdoba no se la puede entender, sin antes haberla amado de verdad.
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