Cuando en octubre de 1936 Luis Amado Blanco (Riberas de Pravia, 1903 - Roma, 1975) llegó a La Habana como exiliado republicano, dejaba tras de sí una prometedora carrera literaria. En España había trabado amistad con poetas de la talla de Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca y Rafael Alberti, era ya una firma conocida en publicaciones como La Gaceta Literaria o Revista de Occidente y había publicado su poemario Norte (1928) y las impresiones de su viaje a la antigua Unión Soviética en 8 días en Leningrado (1932). En Cuba, país del que adquirió la nacionalidad, mantuvo una destacada labor como autor, director y crítico teatral, literario y de arte, además de publicar poemarios y una valiosa obra narrativa. Tras el triunfo de la Revolución cubana, desempeñó una larga carrera diplomática, sobre todo como embajador ante la Santa Sede desde 1962 y hasta su muerte en Roma. A este último periodo italiano de su vida corresponde Tardío Nápoles (1970), un poemario que refleja su deslumbramiento ante Nápoles, ciudad en la que vio una posibilidad de regeneración personal y estética.
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