Cinco inviernos, la última entrega literaria de Olga Merino, publicada por Alfaguara, nos regala un impagable recorrido emocional por sus cinco años de estancia como corresponsal de El Periódico en Rusia, entre 1993 y 1998.
De forma pausada y con un gran ejercicio de contención, retoma su diario personal de estos años para ofrecernos, además, un conjunto de vívidas estampas moscovitas y un retrato de Rusia de una época de enorme atractivo para el lector.
Sin caer en el chascarrillo de sus andanzas como periodista, ni en el morbo a la hora de desvelar intimidades, Olga Merino mantiene un admirable equilibrio entre la voz de la joven que llega a Moscú con veintiocho años y la de la mujer escritora actual con la que alterna su relato. Nos encontramos así ante la mirada de una joven cuya aspiración es escribir y la de la escritora que cuestiona su olfato periodístico; la lectora atenta que recorre páginas de la literatura indispensable para entender un país y la observadora excelente que detiene su mirada en todo aquello que le circunda. Todas las miradas contenidas en la corresponsal responsable que atiende a las imposiciones de la actualidad periodística para ofrecer una visión cercana de lo que acontece.
Lejos de presentarse como una corresponsal que llena sus páginas de grandes hazañas, narra los momentos terribles que le tocó cubrir (la guerra en Chechenia, por ejemplo)con una humildad sorprendente y una reflexión medida y crítica de los hechos, frente al estilo de otros profesionales que los presentan como un alarde de “yo estuve allí”.
El gesto de Olga Merino ennoblece las páginas de este libro, donde entrelaza su voz personal con el retrato muy veraz de esos años: la entrada del capitalismo salvaje, las carencias que sufrió la población rusa durante todo ese período, etc. Y al mismo tiempo, nos va mostrando las circunstancias que han forjado la mentalidad del pueblo ruso: “Cuando vienen mal dadas, los rusos se encogen de hombros y repiten la expresión pozhivem i uvidim (mal traducido, viviremos y veremos). Están adiestrados en la adversidad”.
La autora recoge además un amplio ejemplo de palabras rusas muy concretas, con las que nos muestra cómo el lenguaje define a un país y su idiosincrasia. Por ejemplo, la palabra avoska. En una escena, Merino describe a niños y personas mayores recogiendo las manzanas caídas al suelo en una avenida de Moscú y las meten en una bolsa de nailon, la bolsa se llama avoska, (“por-si-acaso”), y dice: “Se trata de una costumbre nacida de las penurias soviéticas que ha pervivido justamente en el tiempo: no se sale de casa sin una avoska en el bolsillo del abrigo o en la bandolera porque uno no sabe con qué puede tropezarse por el camino”.
Las primeras entradas del diario son muy ilustrativas: lenguaje, humor, escenas que ve en la calle, rasgos típicos de la cultura y el modo de vida de un país que abandona el sistema soviético para adentrarse en la economía de mercado, además de reflexiones personales y el cotidiano acontecer de su vida en Moscú.
El libro es al mismo tiempo crónica y trabajo de memoria, que nos muestra la forja de quien quiere ser escritora y la construcción de una personalidad propia.
Cinco inviernos es, sin duda, un libro para disfrutar, conocer y pensar. Toda una sesión de buena y gratificante lectura. Olga Merino es también autora de La forastera, novela que ya nos dejó huella de su talante narrativo.
Lourdes Rubio, Librería Noviembre (Benicàssim, Castellón)
Un imperio en quiebra, una escritora en formación:
Olga Merino relata sus años rusos en el trigésimo aniversario de la disolución de la Unión Soviética
«Cinco inviernos facilita el entendimiento de la guerra de Ucrania. [...] Sin decir 'yo estuve allí...', Olga Merino describe con humildad y de manera tan objetiva como sensible las vicisitudes por las que atravesó el pueblo ruso en ese lustro. Un pueblo adiestrado para la adversidad. También, entonces, para la invasión de Ucrania».
Javier Ruiz Moreno, El Periódico
«Una pluma tan descarnada como un lienzo de Bacon.»
Rafael Narbona
«No quería perder ni una migaja ni que el recuerdo distorsionara la experiencia de Moscú. Tenía entonces veintiocho años recién cumplidos, una edad en la que, como escribió Vila-Matas, “yo estaba tan disponible ante la vida que cualquier disparate se podía infiltrar en ella y cambiármela”».
En diciembre de 1992, poco después del derrumbe de la Unión Soviética (del que se han cumplido treinta años en 2021), Olga Merino preparaba las maletas para instalarse en Moscú como corresponsal. En la capital rusa Merino vivió cinco inviernos, en la vorágine de un cambio de época que marcó también un antes y un después en su vida personal.
Este diario íntimo de una joven que, inmersa en la cultura rusa, persigue el sueño de ser escritora, el prestigio profesional como periodista y el amor pleno y sublime queda anotado en el momento presente, poniendo en contraste de forma magistral la voz de hoy con la de aquella muchacha idealista.
La crítica ha dicho:
«La escritora exhibe su talento al convertir unos diarios en una pieza literaria de primer orden que nos va sumergiendo en su perplejidad, su soledad, su piso desabrido.»
Berna González Harbour, Babelia
«Es, casi en silencio, una de las más importantes novelistas españolas. [...] La forastera es un ejemplo muy principal de cómo no es necesario alzar la voz, es decir, impostarla, para contar la metáfora de cómo el capitalismo ha ahogado a los desfavorecidos.»
Juan Cruz, La Opinión de Málaga
«Frente a la desinformación, el ruido de las redes sociales y el peligro de las noticias falsas, muchas Merinos».
Luis Benavides, El Periódico
«La Olga Merino de hoy le escribe a la Olga Merino del pasado en un interesante diálogo que no solo revela el ímpetu de la juventud, la pasión del amor y el deseo en aquellos días, sino la pulsión literaria que la joven Olga sentía.»
Laura Barrachina, La Moderna (RTVE)
«Listo. Qué libro tan hermoso ha escrito Olga Merino. Espigando sus libretas rusas. Son varios "cisnes" los que desfallecen aquí: la utopía, el periodismo, el invierno. Lo recomiendo mucho mucho.»
Rodrigo Blanco Calderón
«Un relato fascinante. [...] Lo que más me gusta es que no es una crónica sino un texto complejo y muy literario sobre la vida, el anhelo creador, el amor y el miedo, la política y los sueños. Formidable, absorbente y muy bien escrito.»
Rosa Montero
«Un libro de nieve rota, una bitácora de la estepa rusa cuando alguien la vive en su interior. [...] Una bitácora que se lee con desgarro y urgencia, un libro que rompe muy adentro y con el que para llorar hace falta el cuerpo entero.»
Karina Sainz Borgo, Zenda
«Un libro que mira a la vez hacia fuera y hacia dentro: hacia el mundo que rodea a la joven periodista y hacia su irrevocable vocación de narrar ese mundo.»
Ignacio Martínez de Pisón, La Vanguardia
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