Yo me celebro y me canto, y cuanto hago mío será tuyo también, porque no hay átomo en mí que no te pertenezca. Holgazaneo, e invito a mi alma. Holgazaneo, a mi antojo, y me paro a...
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Yo me celebro y me canto, y cuanto hago mío será tuyo también, porque no hay átomo en mí que no te pertenezca. Holgazaneo, e invito a mi alma. Holgazaneo, a mi antojo, y me paro a observar una brizna de hierba estival. Mi lengua, y hasta el último átomo de mi sangre, están formados por esta tierra, por este aire; nacido aquí, de padres nacidos aquí, lo mismo que sus padres, y lo mismo que los padres de estos, yo, de treinta y siete años de edad, en perfecto estado de salud, empiezo ahora, y espero no acabar hasta la muerte [ ]
Walt Whitman (1819-1892) es, sin lugar a dudas, el poeta más influyente de las letras estadounidenses. Nació en West Hills, Long Island, siendo el segundo de nueve hijos en una familia cercana al credo cuáquero. A los once años finalizó sus estudios formales y empezó a trabajar como aprendiz en el semanario The Patriot, donde comenzaría a escribir sus primeros textos. Tras su paso por otros periódicos y revistas, en 1850 decidió dedicarse plenamente a la poesía. Cinco años más tarde vería la luz la primera edición de la celebérrima Hojas de hierba, integrada por doce poemas y cuyos 795 ejemplares fueron costeados por el mismo autor. El poemario despertó gran interés y fue ampliamente distribuido, en parte por la fascinación que despertó en el filósofo Ralph Waldo Emerson. Durante la Guerra de Secesión, Whitmanejerció voluntariamente como enfermero en Washington D.C., experiencia que recogería en El gran ejército de la enfermedad (1863) y Memorias de la guerra (1875). Finalizado el conflicto en 1965, publicó Redobles de tambor. Mientras se empleaba en la Oficina del Fiscal General, Whitman siguió alzando la pluma para escribir versos como los de «¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán!», que, junto a otros, irían completando lassucesivas ediciones de Hojas de hierba hasta la novena y definitiva, que constó de un total de más de cuatrocientos poemas.
Nacido en Barcelona en 1962, Eduardo Moga ha publicado los poemarios La luz oída (Premio Adonáis, 1995), El barro en la mirada (1998), Las horas y los labios (2003), Cuerpo sin mí (2007), Bajo la piel, los días (2010) y El desierto verde (2011 y 2012), entre otros. Ha traducido a Frank O’Hara, Carl Sandburg, Charles Bukowski, Ramon Llull, Arthur Rimbaud y William Faulkner. Practica habitualmente la crítica literaria en Letras Libres, Cuadernos Hispanoamericanos y Turia. Es responsable de las antologías Los versos satíricos (2001) y Poesía pasión. Doce jóvenes poetas españoles (2004). Ha publicado los compendios de ensayos De asuntos literarios(2004) y Lecturas nómadas (2007). El premio La mesa de mármol, el Premio Adonáis de Poesía, el Premio Fundación Corda y el Premio de la revista Quimera, son algunos de los reconocimientos que ha recibido a lo largo de su carrera. Actualmente vive en Londres y mantiene el blog Corónicas de Ingalaterra.
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