En 1570 un ejército bajo el mando de don Juan de Austria conquistó la villa granadina de Galera arrebatándosela a los moriscos que se habían sublevado contra las duras medidas de a...
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En 1570 un ejército bajo el mando de don Juan de Austria conquistó la villa granadina de Galera arrebatándosela a los moriscos que se habían sublevado contra las duras medidas de aculturación forzosa decretadas por Felipe II. La villa fue saqueada, y una joven bellísima, conocida como la Maleha, fue apuñalada por un aventurero ansioso de apropiarse de sus brazaletes y pendientes de oro. Un morisco audaz, llamado el Tuzaní, que pretendía la mano de la joven, se infiltró como soldado cristiano, descubrió la identidad del asesino y vengó la muerte de la Maleha. Muchos años después, reinando ya Felipe IV, este suceso fue transformado por Pedro Calderón de la Barca en un impactante drama de amor, honor, infamia y venganza. Un drama notable por las ráfagas de bellísima poesía que contiene, por la empatía con la que el autor representa el punto de vista de los moriscos, por su indignación ante los excesos habituales de las acciones bélicas y por la habilidad con la que moldea los sentimientos del público para conseguir un efecto máximo en la escena de mayor patetismo.
Índice
Introducción. Texto y notas de «Amar después de la muerte».
Nació en Madrid el 17 de enero de 1600. Se educó con los jesuitas en Madrid, y continuó los estudios en las universidades de Alcalá y Salamanca hasta 1620. Fue soldado en la juventud y sacerdote en la vejez, lo que era bastante habitual en la España de su tiempo. En sus años jóvenes su nombre aparece envuelto en varios incidentes violentos, como una acusación de homicidio y la violación de la clausura de un convento de monjas. De su vida militar existen pocas noticias, aunque consta que tomó parte en la campaña para sofocar la rebelión de Cataluña contra la Corona (1640). Contrasta lo impulsivo y mundano de su juventud con lo reflexivo de su madurez, un aspecto que se acentúa al ordenarse sacerdote en 1651. Disfrutó del máximo prestigio en la brillante corte de Felipe IV y su nombre va asociado a la inauguración del palacio del Buen Retiro de Madrid, en 1635, y a numerosas representaciones teatrales palaciegas. El rey le honró otorgándole el hábito de Santiago. También fue capellán de la catedral de Toledo y capellán del rey. Murió en Madrid el 25 de mayo de 1681. En vida fue un autor respetado por todos y rara vez aparece mezclado en las violentas polémicas literarias de sus compañeros de letras. Después de la muerte de Lope de Vega, en 1635, fue reconocido como el dramaturgo más importante de su época.
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