El secreto del orfebre

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El secreto del orfebre

Un orfebre prestigioso viaja, desde Nueva York, a su pueblo natal, en España, para reencontrarse con su pasado y con el amor que cambió su vida para siempre. «El secreto del orfeb... Leer descripción completa
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Sobre el autor: Barceló, Elia

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El Diario Librero · Berna Naharro

UN REENCUENTRO DIEZ AÑOS DESPUÉS

Reseña de 'El secreto del orfebre', de Elia Barceló.

¿Sabes esas obras que, cuando terminas de leerlas, te dejan la sensación de que funcionan como un mecanismo preciso? ¿Aquellas que cuando las terminas te parecen redondas, con un principio y un fin que cierran la historia formando un círculo perfecto? A mí me ha pasado sólo con un par de lecturas. La primera fue con una más clásica, una de terror: Los Tres Impostores de Arthur Machen. Después de tantos años de haberla leído la sensación que me queda es esa, la de una historia que desde el principio te va llevando por unos derroteros que no sabes dónde van hasta que, cuando el autor pone el punto y final, todo te parece un perfecto mecanismo de relojería. Tengo que volver a releerla… La segunda es 'El Secreto del Orfebre' de Elia Barceló que acabo de releer, no en su edición actual en Roca, más completa ya que incluye texto adicional respecto a la original –páginas inéditas del diario de uno de los protagonistas, Celia Sanjuán–, sino en el formato de bolsillo de la edición de Lengua de Trapo que publicara Punto de Lectura en el 2005. Tenía tan grato recuerdo de ella que me acerqué muy temeroso a la relectura. No soy relector, apenas he releído libros en mi vida, y habían pasado al menos diez años desde que la disfruté por primera vez. Pero me decidí. Necesitaba una historia bonita y fui sobre seguro. Volví a la región de Umbría acompañando a su protagonista en esa parada improvisada que hace en el pueblo de su infancia, aquel del que huyó veinticinco años antes para acabar en la relojería de su tío, de quien aprendió el oficio de orfebre. Cuando se marchó dejó atrás a Celia, de la que estaba enamorado, una mujer mayor que él –poco más joven que su madre– y que en su juventud había estado enamorada de un forastero que la abandonó el día que iban a casarse. Con ella, te lo anticipo, también tuvo un romance y, como ya te he dicho que huyó del pueblo, podemos decir que también la abandonó. Su parada en Umbría la hace antes de reencontrarse con su tío, al que va a ver para despedirse antes de viajar para Nueva York, y no sabe qué es lo que espera encontrar. No te diré lo que encuentra ni lo que pasa a partir de aquí porque no quiero arruinarte la historia. Aunque la he disfrutado tanto como la primera vez sabiendo de antemano su trama y desenlace, no te privaré de que disfrutes por ti mismo de la mecánica de esta pequeña obra de orfebrería escrita por Elia. No quiero arruinarte la magia de la que es capaz Umbría, territorio imaginario y mágico de la escritora. Porque esta historia tiene magia, eso sí te lo anticipo, y no me refiero a magia en el sentido más burdo de la palabra. Elia Barceló es una de las grandes damas españolas del fantástico –si no la gran dama– pero no hablo de magos lanzando hechizos o brujas elaborando encantos, ni mucho menos. Hablo de la magia sutil y latente en un lugar que hace posible un imposible y convierte la historia en mágica. En este caso, una historia de amor. Una historia de amor y un viaje al recuerdo porque el narrador –al rememorar los recuerdos, al vivir el pasado– removerá tus sentimientos cuando te pongas en su situación. Antes, cuando te dije que necesitaba una historia bonita y fui sobre seguro, no fui justo: El Secreto del Orfebre no es bonita, es preciosa, y todo el que quiera leer una buena historia de un amor –una no convencional, sobria, sin florituras y no necesariamente feliz– debería de leerla. Tengo la sensación de que es una obra de la que la autora se siente particularmente orgullosa, a la que tiene un cariño especial. No sé si es así, es una película que yo me monto, y no me preguntes por qué lo pienso. Aunque quizá lo creo porque, de haberla escrito yo, me sentiría así. No tengo nada más que decir más allá de que ha sido un gran placer reencontrarme con esta historia después de diez años y recomendarte que la leas: te la beberás. [Málaga, 9 de abril de 2018]

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